si hubiese sabido que te irías, me habría mantenido despierta todas las noches en las que me quisiste.

aún me acuerdo de aquella noche.

era un 15 de diciembre,

y yo sentí que mi mundo se caía en pedazos.

no en sentido figurado, de verdad lo sentí.

solo yo parecía estar cargando todo lo que habíamos construido.

solo yo te seguía recordando.

vi esa foto.

ustedes dos.

abrazados,

besándose,

sonriendo.

y no puedo olvidar cómo mi corazón se apachurró.

literalmente.

como si alguien lo hubiese hecho bolita con las manos y lo hubiera tirado por la ventana.

hubiese deseado que la persona a tu lado fuera yo.

todavía necesitaba de tu presencia.

quería seguir existiendo en tu mente.

esa noche lloré hasta más no poder.

me ardían los ojos,

me dolía el cuerpo,

me dolía el alma.

y no paraba de pensar en cómo era posible que me olvidaras tan rápido,

si prometiste que volverías,

que seguirías luchando por lo nuestro.

los días posteriores fueron una pesadilla: insomnio, ansiedad, miedo, temblores.

mi respiración vivía atrapada en mi garganta.

y en mi mente, esa imagen.

ustedes.

felices.

cuando vi que con ella sí te nacía estar,

sí te nacía regalar cosas,

dar detalles,

quedarte,

escuchar,

cuidar.

me di cuenta de todo.

no era que no supieras amar,

era que conmigo no te nacía.

porque yo me pasé meses creyendo que te habías ido por miedo,

por trauma.

intenté entenderte,

incluso después de tu ausencia.

pero no.

era más simple.

habías dejado de elegirnos.

y yo, en cambio, seguía ahí.

esperando.

aguantando noches enteras con la esperanza de que te dieras cuenta.

como si mi amor fuera suficiente para sostener a los dos.

aún me pregunto si alguna vez te dolió perderme.

si cuando todo se apaga,

piensas, aunque sea por un segundo, en mí.

en lo que fuimos.

en lo que soñamos.

si hubiese sabido que te irías, me habría mantenido despierta todas las noches en las que me quisiste.

pero ahora que te has ido, soy yo quien no ha podido dormir desde entonces.