En el mundo de la moda, hay gestos que aún conservan un peso simbólico indiscutible. Estar en la portada de la revista más importante a nivel mundial es uno de ellos. Desde hace más de un siglo, ese espacio fue reservado para quienes encarnan no solo belleza, sino poder, elegancia y pertenencia a un círculo exclusivo. Más que una simple fotografía, la portada representa una consagración ante una de las instituciones culturales más influyentes del siglo XX.
En la actualidad, pese a las fragmentaciones mediática provocada por las redes sociales y la multiplicación de nuevos referentes de la moda y la cultura, la portada de Vogue, especialmente la edición estadounidense, mantiene un estatus de prestigio y autoridad. Acceder a ella sigue implicando cumplir con una serie de criterios que van más allá de la popularidad, ya que es un reconocimiento que traduce influencia, estilo y narrativa. Como dijo Anna Wintour en una entrevista con Business of Fashion: “no se trata solo de quién es famoso, sino de quién representa algo más grande que sí mismo en este momento”.
En mayo de 2025, Hailey Bieber protagonizó la tapa de Vogue USA, un reconocimiento de mayor peso que sus anteriores apariciones en portadas internacionales de la revista. Sin embargo, la celebración pública de este logro quedó ensombrecida por un gesto de su esposo, Justin Bieber, que en Instagram recordó que años atrás le había dicho: “nunca estaría en la portada de Vogue”. La anécdota, lejos de realzar la trayectoria profesional de Hailey, generó controversia y puso el foco en la figura masculina, eclipsando el mérito individual de la modelo.
El gesto reabrió una conversación de fondo y genero dudas, ¿qué significa realmente ser portada de Vogue hoy? ¿Qué implica ese reconocimiento? ¿Y bajo qué criterios se determina quién puede ocupar ese lugar?
El peso simbólico de la portada: historia y evolución de Vogue
Vogue nació en 1892 en Nueva York como una revista fisica semanal enfocada en la alta sociedad y las tradiciones de la élite. Su transformación en un ícono mundial de la moda comenzó en 1909, cuando la editorial Condé Nast adquirió la publicación y la orientó hacia la moda femenina con un estilo visual sofisticado y editorialmente riguroso. En el siglo XX, marcó hitos como la primera portada a color (1932) y la aparición de la primera modelo afroamericana, Beverly Johnson, en 1974.
El giro más radical llegó en 1988 con Anna Wintour al frente de la edición estadounidense. Desde entonces, Vogue dejó de mostrar solo modelos, sino que pusieron también su ojo en actrices, figuras políticas y celebridades quienes comenzaron a ocupar la tapa. Wintour entendió que la moda era un lenguaje que dialogaba con la cultura, y que la portada de Vogue podía anticipar cambios sociales. La elección de Naomi Campbell como protagonista del número de septiembre de 1989 fue el más importante del año, ya que marcó un antes y un después en la tapa de revista por ser considerada la primer modelo afroamericana en obtener un protagónico en la revista.
¿Cómo se decide quién llega a la tapa? La visión de Wintour fue y sigue siendo estratégica. Según declaraciones recogidas en el documental The September Issue, “cada portada es tratada como una declaración editorial. Ella aprueba personalmente los looks antes de cada sesión fotográfica y supervisa todas las tomas antes de decidir cuál se publicará”. En ese mismo documental se muestra cómo la selección de la tapa no responde únicamente a criterios estéticos, sino también a una lectura del momento cultural y comercial.
El proceso de selección es meticuloso. De acuerdo con el ex editor de moda André Leon Talley, quien trabajó estrechamente con Wintour durante décadas, las decisiones editoriales están influenciadas por las tendencias globales, los valores que la revista quiere representar y también por cuestiones comerciales. El exeditor y mano derecha de Wintour declaró: "Hay presión de los anunciantes, sí, pero Anna nunca comprometerá su visión. Si pone a alguien en la tapa es porque cree que esa persona define algo relevante para el tiempo en que vivimos" (The Chiffon Trenches, 2020).
En varias entrevistas, Wintour ha defendido decisiones polémicas con argumentos firmes. Cuando en 2014 la pareja Kim Kardashian y Kanye West apareció en la portada, la editora explicó que parte del placer de editar Vogue es reflejar lo que la gente habla, lo que marca el pulso del presente. En otras palabras, ser tapa de Vogue implica ser parte de una narrativa global que no se limita a la moda. Además, no todas las ediciones son iguales. La de septiembre es considerada la más relevante, según editores especialistas. Esta misma suele pesar más de tres kilos y tener más de 900 páginas. Las páginas más gruesas, por ejemplo, suelen ser espacios premium y valen más que las finas, porque concentran los avisos de mayor presupuesto. Ser parte de esa edición, ya sea en la tapa o en sus páginas centrales, es estar en el centro de la industria.
A lo largo de los años, han ocupado esa portada figuras como Michelle Obama, Serena Williams, Beyoncé, Zendaya y Rihanna. Todas ellas comparten algo más que fama, proyectan una imagen que combina estilo, coherencia narrativa y un posicionamiento claro en la esfera pública. Es decir, quienes acceden a esa visibilidad lo hacen no solo por lo que visten, sino por lo que representan. En ese sentido, la aparición de Hailey Bieber en mayo de 2025 confirma una evolución en su carrera. No se trata únicamente de su rol como modelo o empresaria, sino de cómo logró consolidar una presencia propia, más allá del apellido Baldwin o su matrimonio con una estrella mundial. El hecho de que su momento haya sido opacado por una frase desafortunada deja en evidencia cómo, incluso hoy, el mérito femenino puede quedar en segundo plano frente a narrativas masculinas.
En definitiva, la tapa de Vogue no es solo una imagen, sino más bien una construcción editorial que busca sintetizar qué es relevante en un momento histórico determinado. Al estar en la era digital, las decisiones dentro de la revista fueron cambiando y sus portadas también. Se comenzaron a abrazar con mayor frecuencia imágenes que celebran la naturalidad de las mujeres, alejándose progresivamente de los retoques excesivos. Este giro hacia lo real no es casual, sino un eco de las conversaciones globales sobre la autoaceptación y la belleza en su diversidad. Aparecer ahí sigue siendo una consagración, una forma de decir que alguien no solo está de moda, sino que forma parte de lo que el mundo está mirando.

Candela
un poquito de mi ✍🏼una simple chica q estudia periodismo y quiere mostrar las notas, entrevistas e investigaciones q hizo para que no queden guardadas en el baul del olvido
Our picks
Become a supporter of quaderno
Support this independent project and get exclusive benefits.
Start writing today on quaderno
We value quality, authenticity and diversity of voices.
Comments
There are no comments yet, be the first!
You must be logged in to comment
Log in