Lo juro por la Gervasia.

...

En cualquier instante.

Anoche me sucedió algo muy curioso:

Ya me iba a dormir, mis manos ocupadas con una pomada anti inflamatoria y con el teléfono móvil (lo llevamos siempre encima). Iba a subir a mi habitación y en la primera escalea no levanté lo suficiente el pie izquierdo; tropecé golpeándome el dedo gordo; como llevaba las manos ocupadas no podía simplemente dejarme caer hacia adelante apoyándolas en un escalón y que así acabara todo, así que giré mi cuerpo para protegerme un poco de la caída golpeándome de paso el tobillo izquierdo; seguí cayendo y me golpeé en la pantorrilla con otro escalón; enseguida, yo seguía cayendo, volví a golpearme en el muslo, luego en la cadera y, por último en el brazo. Ya caído del todo, dejé suavemente el teléfono sobre un escalón para disponer de una mano con la que ayudarme a mí mismo; justo en ese momento, del aparato, salió a todo volumen una canción:

"¡Resistiré, erguido frente a todo!" resonó en la penumbra dolorida de mi ridícula postura.

Yo, en esos instantes de desconcierto, no acertaba a reir o a regodearme en el diversificado dolor de los seis golpes escalonados...

Me reí, por supuesto.

Es fascinante cómo, a veces, la realidad supera cualquier intento de ficción. Ese nivel de sincronía, en el que el azar parece más bien una mano invisible con un sentido del humor impecable, me dejó perplejo. Como si todo estuviera coreografiado en un guión que desconocemos, pero que a ratos se revela con una perfección inquietante.

Y ahí estaba yo, atrapado entre el asombro y la incredulidad, y sin poder negarlo: había ocurrido tal cual lo he contado.

No es solo el recuerdo, es el eco del momento que sigue vibrando en mi mente. Lo increíble de lo cotidiano, lo imposible hecho tangible, como si el universo me hubiera lanzado un guiño.

Tal vez, en ese instante tan absurdo, hay un mensaje escondido; algo asi:

No importa cuán irreal pueda parecer todo, seguimos avanzando. Porque, aunque estemos tirados en las escaleras, "Resistiré" sigue sonando en algún rincón de nuestro ser.

Y además, tengo la pomada.