La idea de que la creatividad es un don innato está tan instalada que a veces la repetimos sin cuestionarla. Como si fuera algo con lo que se nace o no, como si existiera una frontera natural entre las personas creativas y el resto.
Pero eso no solo es falso: también es un problema. Porque deja afuera a millones de personas que, sin darse cuenta, ya están practicando la creatividad todos los días.
En quaderno lo vemos de cerca. Gente que escribe, que lee, que publica, que comenta. Que se toma en serio el acto de escribir y de leer como una forma de pensar y de descubrir. Y que lo hace sin esperar un golpe de genialidad: lo hace porque sabe —aunque a veces no lo sienta— que la creatividad es una práctica.
No es inspiración, es un trabajo sostenido
Hay estudios, libros y teorías que lo explican con datos. Pero también hay una verdad simple, accesible, que cualquiera puede comprobar:
Si escribís todos los días, o todas las semanas, vas a notar cambios.
Cambia tu forma de observar, de conectar ideas, de elegir palabras. Cambia tu cabeza.
No por un milagro, sino porque entrenaste una forma de pensar más flexible, más atenta, más expresiva.
Eso es creatividad.
Y no tiene nada que ver con pintar cuadros o tener ideas brillantes en reuniones.
Es una práctica mental. Un trabajo silencioso que ocurre cada vez que alguien se sienta a escribir, sin saber muy bien adónde va, pero con la decisión de empezar.
Leer también es crear
El acto de leer —con atención, con ganas, con tiempo— es otra forma de practicar.
Leer bien afila la percepción, despierta preguntas, activa ideas nuevas.
No es solo consumo: es una relación activa con lo que otros pensaron y escribieron. Y esa relación es también una forma de creación.
En quaderno, todo lo que se escribe y se lee aparece en igualdad de condiciones.
No hay algoritmos que seleccionan lo que “deberías ver”.
No hay jerarquías impuestas ni caminos marcados.
Eso genera algo valioso: un espacio más horizontal, más real.
Donde cada texto tiene la misma oportunidad de ser leído.
Donde cada lectura tiene el mismo poder de generar impacto, reflexión o emoción.
Lo que pasa cuando uno se anima a escribir
Escribir en "voz alta" —publicar, compartir, dejar que alguien más lea lo que uno pensó— no es un acto menor.
No se trata de tener un estilo ni de escribir bien.
Se trata de asumir que decir eso que tenés en la cabeza vale la pena.
Que escribir no es solo expresarse: es también darse permiso para pensar en público, para intercambiar ideas y perspectivas, para conectarse, etc.
La creatividad no es un don.
Tampoco espera el momento ideal. Y mucho menos aparece cuando todo está claro.
Aparece cuando alguien se anima a escribir.
Cuando una idea se cruza con otra.
Cuando lo que no sabías que pensabas, aparece en el texto.
Ahí está. No antes. No en la teoría.
En el hacer.
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