mobile isologo
    search...

    La Carta

    Jun 10, 2025

    25
    La Carta
    Start writing for free on quaderno

    Querido amo Bruce,


    Esta es probablemente la carta más difícil que he tenido que escribir en mi vida.


    La desafortunada muerte de sus padres dio lugar a la creación de dos personajes: mientras que usted se convirtió en un vigilante nocturno, temido y respetado por los villanos y la policía de ciudad Gótica, yo me convertí en algo que nunca había querido ser: un papá.


    Como usted sabe, vengo de una larga tradición de mayordomos en mi familia. Los Pennyworth han servido a las casas más importantes de Inglaterra desde la Edad Media. Todos ellos, incluso, han sido nombrados caballeros por la Corona. Excepto mi padre, claro. 


    Arthur Pennyworth fue el primer Pennyworth que emigró a Norteamérica. Un hombre rebelde. Estaba convencido que el futuro estaba aquí, en el nuevo continente. Europa estaba siendo destruida por la guerra, y las mentes más prometedoras del viejo mundo estaban dirigiéndose a Nueva York para refugiarse de los nazis. Decidió entonces escapar de la patria madre para trabajar con una respetada familia estadounidense: los Wayne. La Asociación de Mayordomos intentó detenerlo. Después de todo, ninguno de ellos  había encontrado prestigio fuera de Europa. Estados Unidos era una tierra fértil, pero ignorante. Emigrar allí sería un suicidio profesional. Pero a Arthur Pennyworth no le importaba. Tenía la capacidad de ser un excelente mayordomo en cualquier parte. Y lo iba a demostrar. Aunque eso significara tener que hacerlo todo completamente solo. Sin un sindicato que lo acompañe. 


    De más está decir que mi padre era un excelente profesional. Cuando su familia lo contrató, el pequeño Thomas era un bebé recién nacido. Y los Wayne no tardaron en darse cuenta las capacidades sobresalientes de papá en el arte de la administración económica hogareña. Tanto es así que, a tan sólo dos años de su llegada, se rumoreaba una posible nominación a “Mayordomo del año” en la Academia Internacional de Mayordomos. Algo así como los premios Oscar de nuestra industria. Nadie había ganado ese galardón a tan corta edad sin haber sido previamente coronado como caballero. Mi padre estaba feliz. Sin embargo una noticia cambiaría todo: mi madre estaba embarazada. De mí. Mamá era una excelente bioquímica. Estaba trabajando en la cura contra el cáncer y, según sus colegas, no estaba del todo lejos. Mi llegada significaba un cambio de planes. Ella no quería renunciar a mi, pero tampoco estaba dispuesta a sacrificar su trabajo. Y la sola idea de poner en riesgo el premio al mayordomo del año era inviable para mi padre. Decidieron esperar mi llegada para resolverlo in situ. Aunque, como usted sabe, mi querido amo Bruce, la vida está llena de sorpresas e imprevistos. 


    Mi parto se llevó la vida de mi madre. Papá no pudo guardar luto por su esposa. Un mayordomo no puede reflejar sus dolencias en su ambito de trabajo. Menos uno dispuesto a ganar el premio a mayordomo del año. Debió hacerse cargo de mí y de la casa de la familia Wayne simultáneamente, sin demostrar ni una pizca de dolor o cansancio. Fue el año más difícil de su vida.  


    Y el gran día llegó: Recuerdo haber sido su cita en la ceremonia de premiación. Los mayordomos más importantes de todo el mundo estaban allí. Incluso habían llamado al mayordomo de Peter Sellers para ser el anfitrión de la noche. Muchos dicen que yo era muy pequeño para acordarme de algo. Pero recuerdo el lugar y la felicidad de mi padre cuando el mayordomo de la Reina Isabel anunció los nominados de la noche. Fue la primera y única vez que vi a papá formar algo en su cara similar a una sonrisa. Sin embargo cuando anunciaron que el ganador era el mayordomo de Mick Jagger, su expresión cambió por completo. Los mayordomos debemos reprimir toda muestra de emoción, así que mi padre rápidamente se limpió la única lágrima que se escapó de su párpado y me susurro al oído: “Nunca tengas hijos.”     


    Papá falleció ese invierno. Los doctores jamás pudieron explicar la causa, pero siempre ha sido evidente para mi. Arthur Pennyworth murió de tristeza. En su entierro, cuando me quedé solo con el ataud, me acerqué con mi cochecito y prometí que algún día me convertiría en el mejor mayordomo del mundo y cumpliría el sueño de mi padre. 


    Ese mismo día, a mis jóvenes dos años, convencí a su abuelo a que me diera acceso a la biblioteca para poder capacitarme y cumplir las tareas que mi padre había dejado inconclusas: el cuidado del joven Thomas Wayne. Su abuelo me explicó que yo era muy pequeño para cobrar un sueldo y él no estaba a favor del trabajo infantil. Pero si yo quería hacer el trabajo de manera gratuita, no había nada que él pudiera hacer para impedirlo. 


    Estudié y trabajé como nadie. A mis ocho años, ya hablaba más de cinco idiomas de manera fluida y había tomado exámenes finales de las universidades más prestigiosas del mundo. No podía pagarlas, claro, pero de haber podido hacerlo, hubiera tenido tres doctorados antes de cumplir mis dieciocho. Todo esto mientras cuidaba al maestro Thomas, quien luchaba por aprobar los exámenes finales de medicina. 


    Thomas fue el mejor amigo que he tenido. Si bien era unos años mayor que yo, su comportamiento siempre fue más infantil. Yo le daba estructura y él me enseñaba a divertirme. Recuerdo como si hubiese sido ayer el día que conocimos a Martha, su madre, en el Gothic Pub. Desde allí los tres fuimos inseparabales.


    Luego llegó usted, amo Bruce, y la vida tomó un giro diferente. El amo Thomas se transformó con su llegada. Dejó atrás su joven e irresponsable personalidad para convertirse en un hombre más centrado. Tomó control de Empresas Wayne, sin descuidar su trabajo en el hospital ni el tiempo con su hijo. Se convirtió en un hombre diferente. Desde que lo conocí había sido un muchacho alegre, pero por primera vez, lo vi feliz. Tanto es así que me obsequió el regalo más atento que he recibido en mi vida: una beca completa para estudiar en Harbard, el Harvard para mayordomos. Sólo la elite mundial del servicio doméstico de excelencia estudia allí. Y su padre me estaba otorgando este presente, sabiendo que ello significaría que yo tendría que abandonarlos por un tiempo. En el momento más demandante de su vida, con un hijo pequeño. Usted, amo Bruce. 


    El primer año de Harbard fue complicado. Si bien estaba finalmente estudiando lo que me gustaba para poder conseguir el galardón que mi padre nunca logró, nunca antes había enfrentado un desafío de tal magnitud, tanto a nivel intelectual como emocional: Inglés británico, Seminarios de postura y parquedad facial, Historia mayordomal, Corte y Confección, algebra, nutrición, planchado. Básicamente las materias más dificiles imaginables. Y aun así, logré sacar un promedio perfecto en todas. Thomas estaba patrocinando mi carrera, y no quería decepcionarlo. Recibía constantemente cartas suyas donde seguía de cerca su crecimiento, amo Bruce. 


    Lamentablemente, el cuatrimestre final de la carrera se vio abruptamente interrumpido cuando ese maniatico le quitó la vida a mis amigos, esa infame noche, en ese maldito callejón. Cuando me enteré que usted había sobrevivido, dejé todas mis cosas y tomé el primer vuelo a ciudad Gótica. No iba a permitir que el hijo de mi amo y mejor amigo crezca en un orfanato. No señor. Recordé el consejo que me había dado mi padre. Había renunciado a toda vida romántica para no dejar descendencia .De hecho, hasta el día de hoy, he mantenido intacta mi castidad. Así de comprometido estaba con el mandato de papá. Pero usted me necesitaba. No para siempre. Solo por algunos años. O eso pensé…


    A decir verdad, amo Bruce, usted ha sido bastante selectivo con su memoria. No sentí que era necesario hablar de mis honorarios cuando usted era sólo un pequeño huerfano. Después de todo, como su tutor podía vivir en la mansión Wayne y podía disponer de sus bienes. Como un hombre de Harbard, no toqué un centavo de su dinero sin su aprobación. Creía, incorrectamente, que cuando usted creciera y se diera cuenta que había pasado todos estos años sin cobrar un sueldo, rápidamente lo corregiría junto con un retroactivo, y tal vez, por qué no, con alguna acción de empresas Wane a modo de bonificación. Pero eso no fue posible. Usted había quedado muy traumado con el incidente de sus padres y era incapaz de salir de su cuarto. Así fue cuando sugerí tomar la personalidad de aquello que usted temía como una forma de sanar heridas. Lo que no imaginé es que usted tenía miedo a absolutamente todo. Aparentemente usted no lo recuerda, pero antes de llegar a Batman, pasó por muchas ideas de disfraces para tratar sus miedos y fobias: Wolfman, Bearman, VirusMan, Linyeraman, MaggielaniñadelaescuelaquemegolpeaMan, EspacioscerradosMan,  fueron alguno de sus primeros bocetos. Ninguno era muy buena idea ni tenían un impacto o un diseño adecuado. Así que traté de reducir sus miedo a un elemento de la noche, de la oscuridad. Usted sugirió Ratman, pero no me pareció que los villanos de ciudad Gótica tomen en serio a un vigilante nombre de ratón, así que sugerí cambiar a murcielágos que básicametne son ratones con alas. 


    Comenzamos a armar la baticueva. Mis estudios como ingenieron, químico, vestuarista y diseñador industrial fueron útiles. De repente sentí que me estaba convirtiendo en algo más que en un mayordomo de hombres mortales. Me estaba convirtiendo en el mayordomo de un Dios. O eso pensé. Porque no creo que Zeus haya olvidado de pagarle el sueldo a su mayordomo ni tampoco siento que le exija plancharle las camisas después de pasar el día entero reparando el batimovil. El Dios del trueno tenía muchísimos defectos: era machista, violento, violador, pero respetaba el trabajo del otro sin asumir que sus empleados obraban por amor al oficio. No señor. 


    Otros dioses comenzaron a aparecer en la tierra: el super hombre de Metrópolis, el corredor de Central City, la reina del amazonas. Todos con un súper poder característico. Usted vestía las prendas de un Dios pero le faltaban sus poderes (y sus modales, si me permite decirlo). Cuando me preguntó cuál creía yo que fuese su superpoder, respondí “la inteligencia”. Básicamente porque no se me ocurrió otra cosa en su momento. A usted le gustó y se autoproclamó “el mejor detective del mundo”. 


    Hay algo que la gente de su clase no conoce y eso es el trabajo fuerte que implica desarrollar una habilidad. Uno no se convierte en “el mejor detective del mundo” simplemente porque quiere serlo. Hay que pasar horas aprendiendo y trabajando  en el material para poder resolverlo. Ya está grande para pensar que usted simplemente mira un caso y lo resuelve. Soy yo, amo Bruce, quien le deja el material pre masticado. Pensé, equivocadamente, que si yo resolvía algunos casos simples, lo incitaría a trabajar más en el resto, pero se acostrumbró a que yo le resuelva todo y a mi edad estoy cansado. Me parece que “el mejor detective del mundo” debería darse cuenta a esta altura que Papá Noel y yo tenemos la misma letra. Y eso es porque Papá Noel nunca existió, amo Bruce. Yo fingía ser él pára que usted reciba algun regalo navideño. Nunca imaginé que mantendría la fantasía siendo un hombre grande. Las pistas eran evidentes: Papá Noel y yo compartamos la misma caligrafía, la misma forma de hablar e incluso utilizamos papeles con el logo de Empresas Wayne. Pero usted no lo quería ver. Estaba obsesionado. Creía que Papá Noel era la única persona que lo amaba desinteresadamente. Lo único que hacía era preparar la baticueva y el batiarbol para navidad. Pero arrancaba en marzo con los preparativos y los villanos estaban destruyendo ciudad Gótica. Creí que decirle que el Sr. Frío asesinó a Santa, le daría una motivación para abandonar los preparativos navideños y combatir el crimen, pero lo único que generó fue más ira y  reprimió la verdad. Pero ya está grande para eso, amo Bruce. Papá Noel nunca existió. Yo era Papá Noel. 


    Después comenzó a irle bien. Tanto el imperio Wayne como el caballero de la noche se convirtieron en figuras relevantes y usted debía mantener sus identidades en secreto. Yo puedo comprenderlo. No se puede mandar a la tintorería a lavar el traje de Batman sin que levante sospechas. Es lógico. Entiendo que yo debo ser la persona que lo realice. Ahora, amo Bruce, si usted organiza una fiesta con la alta sociedad de ciudad gótica para investigar más acerca del alcalde, ¿por qué me hace a mi servir Champagne? Usted contrata un servicio de catering con personal propio para hacer eso. ¿Por qué me pone a mi a hacerlo también? ¿No he probado a esta altura que merezco una distinción? ¿No merezco ser tratado como un par? Un mayordomo no debe jamás mostrar sus sentimientos, pero siento que debo hacerlo ya que esta es mi carta de renuncia. Y quiero que entienda que el motivo de mi partida, es simplemente circunstancial. Es la gota que rebalsó el vaso. Porque tal como lo estoy describiendo, hay muchas razones por al cual me siento destratado. Pero la semana pasada siento que se llegó un límite. 


    La asociación de mayordomos me envio un correo electrónico para felicitarme por haber sido seleccionado para recibir un premio mayordomo de platino por la trayectoria. El galardón más grande que jamás alguin haya recibido sin ni siquiera haber terminado la carrera oficial y mucho menos sirviendo un hogar norteamericano. Mi padre hubiese estado tan orgulloso. Traté de compartir mi alegría con usted, pero “Batman” estaba preocupado por los planes de Gatubela. Tonto Alfred. 


    Estaba en el aeropuerto por subirme al avión, cuando recibí un mensaje suyo pidiendo asistencia de manera urgente. Conozco el tipo de situaciones que puede llegar a meterse y la importancia de actuar en el momento, así que decidí perderme el vuelo y no recibir el premio en persona. Corrí a la dirección que me marcaba el gps para buscarlo solo para descubrir que estaba en casa de la srta. Kyle quien estaba antojada de helado. 


    Mientras hacía sus malditas compras me enconrté a un simple secuaz del Guasón. Un niño. Recién empezaba. Estaba contento. El Guasón le pagaba bien y le ofrecia beneficios. Yo le pregunté si podía confiar en que un supervillano cumpla su palabra, y el muchacho me dijo que están sindicalizados. El Guasón se ocupo que así sea. Tal vez era un ladrón, violento y homicída. Pero no era un monstruo. Respetaba a sus empleados. 


    Ahí fue cuando decidí seguir mi propio camino. Estoy seguro que el amo Dick estará leyendo esta carta en voz alta, ya que se habrá dado cuenta que su capacidad de lectura es muy baja. Principalmente debido a que fui yo quien le leyó y explicó todos los textos que ha leído a lo largo de su vida. Amo Dick, necesito entonces que le explique al amo bruce algunos puntos finales:

    • La comida no se va a hacer sola. Debe comprarla y prepararla. 

    • El guano, es decir, la materia fecal de todos los murcielagos que usted se obsesionó por colocar en la baticueva para que parezca más “auténtica”, es tóxico. Cuidar que no se acumule.

    • Así como es bastante obvio que Superman y el amo Kent son la misma persona, también es evidente que su cara y la de Batman es la misma. Aconsejo cambiar el vestuario, tal como se lo aconsejé un millón de veces. 


    Por último amo Dick, esta parte es para usted, así que deje de leer en voz alta. Seguramente el amo Bruce lo está mirando y le está preguntando por qué sigue mirando la hoja. Usted digale que es porque está teniendo dificultad en distinguir algunas letras de algunos números. El amo Bruce lo entenderá. Va a decir que a él también le pasa. Que es muy común. Rápido, ahora que está confundido, digale que Bane y el Pinguino están dentro de la baticueva y lo están atacando. ¿Está distraído luchando solo? Bien. Vaya a la baticomputadora. Abra la ventana del banco. El usuario es “BrunoDiaz” la contraseña es “Nosoybatman”. Transfierase algo de dinero y por el amor de Dios, Amo Dick, vayase de ahí. 


    Atte


    Alfred Pennyworth



     


    Diego Labat

    Comments

    There are no comments yet, be the first!

    You must be logged in to comment

    Log in