Ella era una niña, feliz y risueña, con un corazón que cantaba a la vida, pero en la sombra, una mano extraña, le robó la risa, la dejó herida.
Creció con miedo, en noches sin paz, insegura, su alma se tornó gris, en su corta edad, la oscuridad a abrazó, pero con una sonrisa fingía ser feliz.
Despertaba entre sombras, temblorosa y asustada, sintiendo esas manos que nunca olvidó, se odiaba a sí misma por ese recuerdo, una herida profunda que nunca cerró.
Ahora es una joven, fría y distante, con un pánico leve al contacto inesperado, su corazón, una fortaleza construida, donde nadie entra sin ser bien probado.
No le gusta que se acerquen sin aviso, desconfía de gestos y caricias casuales, ha aprendido a guardar su esencia, protegida tras muros de emociones glaciales.
Pero dentro de ella, aún yace aquella niña con la ilusión de un día sentir, la confianza plena en alguien sincero,
Porque su frío no es eterno, su distancia no es un fin, solo busca un amor verdadero, que cure su alma y le permita revivir.
-Rena
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