Ella canta con el tono de la ternura, Y yo le recito poemas inspirados en la dulzura de su amor.

Hoy mi amor,

La flor más bella,

—aunque te empalague mi ternura—,

Eres la única que mata mi amargura.

Ella apareció.

Porque siempre se da el lujo de ser fugaz,

Tanto que no la llego a ver.

Su voz me hace creer,

Es la culpable de que mis ojos brillen otra vez.

Hoy me devolvió la luna.

Y es que no solo la quiero,

¡La quiero tanto!

Tanto que he dejado de hacer lo que la lastime porque me desmorona verla llorar.

¡Y ella ha crecido tanto!

Que no importa cuantas despedidas haya,

Sabe exactamente donde me puede encontrar.

Justo cuando el mundo gira más despacio,

Y alguna vuelta nos vuelve a cruzar.

Y no nos dijimos cuanto, no dijimos cuando.

Y aún no sé si es que te vuelvo a ver.

No te dije cuanto te quiero,

Y me aterra que no quieras volver.

Y no dije cuanto te extraño,

Y es que me invade pensar que te asusto con mi intensidad,

Y que el miedo haga parecer que no es sincero.

Pero yo no me asusto,

Ya no me aterro.

Porque me conoces tan bien,

Que ni siquiera mentirte puedo.

Yo no tengo con quien morir,

Moriré tan sola como nací.

No buscaré a otro a quien amar,

No buscaré con quien entrelazar mis manos cuando me toque descansar.

Por eso digo,

Que para mí no existe una persona con la cual por siempre quiero vivir.

Por eso repito,

Que si esa frase que tantos repiten;

Ella es ella.

Se trata de conocer a alguien que te haya motivado a revivir,

Esa misión no es mía y lo lamento por los demás mortales,

Porque yo ya te conocí.