El sindrome del Payaso Triste

Todos conocen a uno.

Sin poder identificarlos o identificarse en la audiencia

es un amigo seguro.

El payaso triste practica los trucos antes de cada juntada

Las penas las tapa con una buena base blanca

para distraerlos lleva una sonrisa roja pintada en la cara

y tiene el talento maldito de disimular toda la mierda que atravesó en la semana

Es un reflejo, no es su culpa

Los payasos tristes no son egoístas con sus heridas

ni se llevan secretos oscuros a la tumba

Solo saben que el dolor es muy inconveniente

espanta mucho

La amargura ajena es un show que no vende

ni hace que los seres queridos se queden

Por eso, sus lágrimas las pinta de colores para hacer cristales

y de su ansiedad,

enrrolla sus tripas para ofrecer globos de animales

Sus desgracias y caídas, finge que las planeó mientras hacía malabares

Cada grito suyo de miseria se transforma en risas

el público sonríe

Sigue así y por fin se cierran las cortinas

Y el payaso triste se desconoce tras el telón que a nadie deja ver

Ignora su farsa

Y odia su rol, pero jámas podrá despegarse de él

Le guste o lo deteste

el mismo se hizo un disfraz que debe mantener

Aun con ganas de pegarse un tiro,

les guste o lo detesten,

los payasos tristes necesitan del circo

Aun con tanta pesadez,

necesitan una audiencia para su ensayada idiotez.

Alguien a quienes decir las mejores bromas en la mesa

pero que no se note tras bambalinas

que sin espectador, de un payaso triste, solo queda la tristeza.