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    El Parque de las Rosas

    May 18, 2025

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    El Parque de las Rosas
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    Llegué a la hora y al lugar previstos: El Parque de las Rosas, donde por primera vez nos conocimos. Me senté a esperarla, y mientras lo hacía, no podía dejar de pensar qué le diría, qué palabras se me ocurrirían.

    Había pasado ya un año desde que todo había terminado, y yo solo pensaba en cómo se vería, en cómo la vida la había tratado desde que nos separamos. Sin duda, la emoción y el miedo me inundaban, pero realmente quería verla.

    Pasé horas sentado en esa banca. Vi pasar familias, ancianos, amigos, enamorados y uno que otro solitario, y entre tantos, no la encontraba. Pensé en irme, en que ella no vendría, pero mi cuerpo no reaccionaba. Así que me quedé, y ese fue el mejor y peor error que mi cuerpo cometería.

    Llegó la noche, y en mi último respiro, una mano gentil se posó sobre mi hombro: era ella. Al verla supe que esperarla había valido la pena. Se veía incluso más hermosa, y aún más con la noche que nos acompañaba.

    De inmediato me puse de pie, nos miramos, y entonces, sin pensarlo ni analizarlo, le dije:

    —Te he pensado siempre y te he extrañado como nunca —se lo dije con la poca valentía que me quedaba.

    —¿Por qué me haces esto? ¿Por qué vienes a desordenarme la vida? —me contestó con los ojos llenos de lágrimas.

    Al terminar sus palabras, sin más se marchó. Aquel momento marcó todo lo que alguna vez pensé. Sus palabras me aniquilaron, al igual que las mías hicieron con ella. Cometí el error de pensar que, después de tanto tiempo, ella me seguiría amando, que su pensar sobre mí seguía siendo el mismo. Me equivoqué. Imaginé lo que ya hacía tiempo había desaparecido.

    Ahora veo que mis palabras se basaron, de manera egoísta, en lo que alguna vez existió. Me doy cuenta de que mi amor se quedó en el pasado: por mi silencio, por mi cobardía. Fui un tonto al pensar que ella me esperaría, que me seguiría amando, que perdonaría que me fui, que la lastimé.

    Ella, a diferencia de mí, tomó la mejor decisión. No cedió ante la nostalgia, ante el recuerdo que nos une. Ella decidió, a pesar del dolor que pude ver reflejado en sus ojos, que lo nuestro —si alguna vez fue nuestro— ya se había acabado.

    A Valeria, por haber sido importante en mi vida.

    A.J.Herrera

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