Leí este libro hace muchos años, en un momento donde algo de mí necesitaba nacer, pero aún no sabía cómo.
Volví a Demian hace unos días, con otras preguntas, con otra vida. Y ahí estaba la frase, esperándome de nuevo.
Abraxas no es un dios luminoso ni oscuro. Es ambos.
“Abraxas es el dios que tiene en sí lo divino y lo diabólico.”
“Está más allá de Dios y del Diablo.”
“A Dios se lo ve como luz, al Diablo como oscuridad, pero Abraxas es ambos. A quien le teme a lo oscuro, le es imposible ver a Abraxas.”
El cascarón no solo es el mundo exterior con sus mandatos y expectativas, sino también esa parte interna que todavía cree que debe elegir entre ser luz o sombra.
Nacer de verdad es aceptar que somos ambas. Es romper la dualidad. Es dejar de temerle a lo que nos incomoda y empezar a integrarlo.
Volar hacia Abraxas es volar hacia una verdad más amplia. Una que no busca ser perfecta, sino real.
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