El niño y la garza: la importancia de entender el fuego
Oct 20, 2024

A lo largo de toda su obra, Hayao Miyazaki nos ha ofrecido diferentes aventuras, cada una de ellas encuentra una profundidad y una belleza admirable. Muchas veces, echando mano a recursos y elementos similares, ha dado forma a universos completamente únicos; películas que lograron hacer historia en el cine desde un lugar, muchas veces subestimado, como es la animación.
Ya hemos hablado en un artículo anterior sobre la metamorfosis en su película Porco Rosso, ahora toca el turno de "El Niño y la Garza" (título otorgado en latinoamérica) y el elemento fuego, como reflejo del equilibrio.
Producida por el ya conocido Studio Ghibli y estrenada en el 2023, El Niño y la Garza ha superado todas las expectativas en la taquilla mundial.

Me gustaría invitarlos a recorrer algunas cuestiones presentes en la trama y desarrolladas a lo largo de ciertas escenas en concreto, que pueden aportar una óptica particular sobre el tema del film. Se trata de adentrarnos en esta historia, prestando atención a la idea de equilibrio (desde su dimensión espiritual) que nos propone esta película, y asociarlo al protagonismo del elemento fuego, sobre todo en su aspecto simbólico; si todo sale bien, lograré explicarme de la manera más clara posible.
La primera escena
Estamos situados en Japón a mediados del siglo XX, completamente atravesado por la segunda guerra mundial, es aquí donde conoceremos a nuestro protagonista. Se trata de un niño serio, educado y callado, su nombre es Mahito.
El sonido de una sirena rompe con la tranquilidad de la noche; “se incendia el hospital donde está mamá” le dice su padre a Mahito mientras se apresura a vestirse y partir en dirección al edificio en llamas. Mahito, desesperado, sale corriendo a toda velocidad para intentar ayudar a su madre. En la calle vemos a toda la gente desesperada, literalmente desdibujada, como si de espectros se tratasen; algunos intentan apagar el incendio, otros gritan y otros huyen. El pequeño Mahito busca abrirse paso entre las personas y el humo espeso; pero ya es tarde, el fuego lo ha devorado todo.

La pérdida como punto de partida
Luego de un año de aquel hecho, su padre toma la decisión de llevar a Mahito con él a una zona rural de Japón, más precisamente, al pueblo de donde provenía su madre.
En ese lugar, Mahito encontrará a la nueva pareja de su padre, que es en realidad la hermana de su madre, sí, su tía. En el momento del encuentro, ella le informa que está esperando un hijo de su padre. Ambos se dirigen a la casa donde su madre vivió de joven. Allí encontrará muchas cosa extrañas, entre las cuales se destacan una garza gris, que no para de acosarlo y una torre misteriosa en medio del terreno.
Desde que llega al lugar, Mahito tiene pesadillas constantes, muy vívidas. En algunas ve a su madre incendiarse mientras se despide de él; en otras, ella le pide ayuda para que la rescate. Lo interesante es que en todas estas "alucinaciones”, el fuego está presente.
El llamado del héroe
Una voz lo llama desde la torre, es la voz de su madre. Según se cuenta, aquel edificio fue levantado por un ancestro de la familia, es un sitio misterioso al que pocos se atreven a ir, se rumorea que posee poderes extraños y aquellos que ingresan nunca logran volver; sin embargo, Mahito está decidido a investigar que sucede allí a pesar de las repetidas advertencias que recibe sobre el lugar. Es en el momento en el cual su tia desaparece, cuando Mahito emprende finalmente el viaje. En realidad lo que siempre lo motivó a ingresar a la torre misteriosa, es el posible encuentro con su madre, y es por eso que la garza gris le promete qué, adentrándose allí, podrá reencontrarse con ella y traer de vuelta a su tía.

“Es un truco de los humanos, ella nunca ha muerto…está esperando que la rescates”
La Garza gris a Mahito
El equilibrio y el elemento fuego
Mahito ingresa finalmente a la torre junto a una anciana llamada Kiriko, allí encuentra a la garza. Luego de un breve enfrentamiento con el ave; desde lo alto del edificio, una voz misteriosa (a la cual la Garza se refiere como Maestro), le permite a Mahito ingresar a este mundo y le da la orden a la Garza que sea su guía.
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Ya en este mundo desconocido, lo primero que observamos es un mar gigantesco, una fila infinita de barcos que navegan en él, y en la costa de una península; una puerta de oro con la inscripción “aquellos que buscan mi sabiduría, perecerán”. Mahito decide abrir aquella puerta, al poner un pie por detrás del umbral, una bandada de pelícanos lo atacan de inmediato. En ese momento, una mujer que casualmente navegaba por la zona, observa la situación y sin dudar decide ayudarlo; ahuyenta a las aves con una "antorcha" y conjura un círculo de fuego para protegerlo.

El fuego tendrá protagonismo en más escenas de la película. Pero la más importante relacionada a dicho elemento, tiene que ver con unas simpáticas criaturas llamadas Warawara.

Mahito: ¿A dónde van?
Kiriko: A nacer… a tu mundo.


Los Warawara son pequeñas criaturas regordetas, se trata del estado previo de las almas humanas antes de nacer. Kiriko explica que, luego de alimentarse para poder llegar a la madurez, emprenden su viaje al mundo de Mahito, nuestro mundo.

Mientras el joven es testigo de aquel deslumbrante espectáculo, un grupo de pelícanos ataca a los Warawara y los devoran en pleno vuelo. En ese mismo momento, una joven desde el mar, lanza proyectiles de fuego hacia los pelícanos para ahuyentarlos y evitar que sigan atacando a los Warawara, pero también termina incendiando a muchas de las criaturas inocentes. Mahito le reclama a los gritos; sin embargo, Kirico le agradece la ayuda ¿Cómo puede ser que le agradezca aquello? ¿Acaso no ve el daño que le hace a los Warawara?


Como resultado de esa batalla, un pelícano termina agonizando y le pide a Mahito que termine con su vida por piedad, pero antes, le cuenta que su destino es alimentarse de los Warawara, pues no tienen otra opción. El mar es escaso de peces y hagan lo que hagan, vuelen a donde vuelen, siempre volverán a aquella isla. Esto resuena en Mahito, y decide darle al ave una sepultura digna.

El fuego destruye pero también purifica y sobre todo, modifica. Algo cambia, lo que se incendia pasa a otro estado. Hasta ahora Mahito había sido testigo del poder destructivo del fuego, después de todo, fue este elemento el que le arrebató a su madre y que incendió a varios de los Warawara. El fuego puede arrasar con todo a su paso pero también es capaz de iluminar, de proteger, de alumbrar, de ayudar a conocer aquello que está en manos de la oscuridad; su naturaleza no es ni buena ni mala, simplemente, es.
La joven que puede manejar el fuego y que ayudó aquella noche a los Warawara se llama Himi, es muy parecida a la madre de Mahito, idéntica. Ella aparece otra vez para salvar a Mahito en la casa del herrero, allí había sido emboscado por unos pericos dispuestos a comerlo, en este mundo son los pericos la especie dominante, aun así, no son rival para la muchacha.

Una columna de fuego se eleva y de ella surge la imágen de la jóven que invita a Mahito a ingresar a la chimenea. Es por medio del fuego que pueden viajar a lo largo de este mundo hasta llegar a la casa de Himi. Mahito mira con cara de sorpresa lo que acaba de suceder, por una vez, él fue parte del fuego, arde pero no se quema.

En el momento que se nos cuenta el origen de la torre mágica, se nos revela que es el resultado de la caída de un meteorito. Una roca de otro mundo que aterrizó completamente impregnada de fuego. Es su origen la causa de su efecto mágico, lo único que hizo el ancestro de la familia fue construir una fachada alrededor de la piedra, dándole ese aspecto de torre. Ahora sabemos que es el nexo entre dos mundos, un portal. También sabemos que el "ancestro", es al mismo tiempo el Maestro de la torre, quien se obseciono con aquel lugar y sus poderes mágicos, luego de perder a su esposa.
Avanzando en la película, Himi se revela como la madre de Mahito y decide ayudarlo a buscar a su hermana. La torre mágica también se encuentra en este mundo y según parece, es allí donde su tía está secuestrada. Cuando llegan a la habitación de partos, encuentran a la hermana de Himi a punto de dar a luz a su bebé e intentan interrumpir el hecho; sin embargo, el lugar parece estar custodiado por una fuerza peligrosa, Mahito lucha por convencer a su tía de regresar con él pero falla. Al ver al niño lastimado por unas vetas de papel embrujadas, Himi arde e incendia toda la habitación; con lo último que le queda de fuerza, le suplica al maestro de la torre que le permita, a su hermana y a Mahito, regresar a su mundo. La piedra parece responderle con unas chispas de fuego en señal de haber aceptado la plegaria realizada.

Alterar el equilibrio tiene un precio
Haber evitado aquel nacimiento tiene un costo, es una falta grave para aquel mundo interrumpir un parto, y así lo entienden los plumíferos. Las aves deciden reclamar un castigo para Himi ante el maestro, por haber alterado el equilibrio de aquel mundo. El encargado de hacer aquella petición es el Perico Rey, quien llevará a Himi inconsciente, a lo más alto de la torre. Himi despierta de su letargo, ahí reconoce a su tío abuelo como el creador de todo ese vasto mundo, el maestro de la torre, y se funden en un abrazo.
Finalmente entendemos que aquel universo pende de un hilo, mejor dicho, depende del equilibrio de unas piedras que forman una pila. Cada atardecer, el maestro debe colocar una pieza nueva como parte de una pila de piedras, y al darles un pequeño golpe, no debe derrumbarse, si la estructura resiste, todo aquel mundo tendrá un día más de existencia. La intención del maestro es que Mahito tome su lugar y que él crease, con su inocencia, un mundo nuevo; a su gusto. Mahito se niega rotundamente, en un principio argumenta que aquellas piedras que su ancestro acomoda y utiliza todos los día, están cargadas de maldad, ya que provenían de lápidas. Pero más allá de eso, aunque luego le ofrece piedras libres de toda maldad que recolectó a lo largo de todo el universo, el niño vuelve a negarse. Mahito comprende que no puede concebir un mundo a su gusto, pulcro y lejos del mal, él mismo sabe que es portador de la maldad; ahora entiende que todo tiene su razón de ser, ha comprendido la naturaleza del fuego. Es curioso advertir que, para muchas culturas, el fuego es un elemento sagrado, un símbolo de sabiduría y conocimiento.

“Tu mundo pronto será consumido por las llamas” Le advierte el Maestro de la torre a Mahito.

Finalmente ese universo colapsa ante la arremetida del Perico Rey contra las piedras; Mahito, su tía, Himi, Kiriko y la garza, huyen al otro mundo tomando distintas puertas de la torre que depositan a cada uno en la época a la que pertenecen, aunque esto significa que Himi, llegado el momento, morirá en aquel incendio.
El fuego vive solo por un tiempo y se consume como nos consumimos los humanos; ningún fuego es eterno, ninguna vidas lo es. Himi lo sabe y entiende que su muerte es un destino justo, y que este vale la pena si puede ser, aunque sea por unos años, la madre de Mahito.

"No le tengo miedo al fuego" Himi a Mahito
¿Cómo vives?
“¿Cómo vives?” Es el título de la película en su idioma original, es también el título del libro que sirvió de inspiración a Miyazaki para realizar esta película. No se trata de una adaptación de la obra, el libro cuenta otra historia diferente; aunque, si bien ambas tramas son distintas, se puede ver algunos pequeños hilos que relacionan a ambos relatos. El libro hace una breve aparición como un regalo que le hizo su madre a Mahito antes de fallecer.
El viaje fue difícil pero ha dotado de sabiduría a Mahito. El duelo sirvió como partida de esta historia, todo ese dolor empuja al protagonista a vivir una aventura fantástica, y que, llegado el momento deberá enfrentarse ante una dura decisión. Al igual que su ancestro, el Maestro de la torre, se encuentra ante la posibilidad de crear un mundo distinto, utópico; pero a diferencia de este, Mahito decide declinar la oferta, él no es ningún Dios y no pretende serlo, ha descubierto muchas cosas en el transcurso de este viaje, no todo debe girar al rededor de él.
La vida del fuego depende del equilibrio, si algún elemento que lo compone se desequilibra, este se apaga y muere; o crece desmesuradamente volviéndose incontrolable. El fuego no es malo ni bueno de por sí, no son categorías que le quepan a un elemeto. Después de todo, un fuego equilibrado nos ayuda a ver, nos permite alimentarnos o incluso para mantenernos calientes en temperaturas bajas, pero un fuego que ha perdido el equilibrio y se sale de control, es capaz de destruirlo todo; arrasa con plantas, animales y humanos por igual. Muchas veces, poder controlarlo no está en nuestro poder, aunque muchas personas sucumban ante la tentación de subestimar su naturaleza.

Cada uno de nosotros portamos nuestro propio fuego, somos responsables de alimentarlo y de mantenerlo vivo.
Debes prepararte para arder en tu propio fuego ¿Cómo podrías renacer sin haberte convertido en cenizas? Frederich Nietzsche
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Esteban A. Nieva
Al final de la palabra siempre esta el sentimiento. Leer sin sentir es imposible.
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