El Negrito Y La Mulata. Capitulo 10.
Nov 10, 2024
La Mulata se levento con dificultad de la calle. Comenzó a temblar rápidamente por la lluvia.
Y tuvo que limpiarse el barro de dónde pudo. Corrió hacia un techo cercano, era la parte de la iglesia en la que se entraba a esta. Se entra dando la espalda a una de las paredes. Procesando lo que había pasado. Quería volver con sus señoras y hacer sus labores de siempre... Pero no.
Por más que el fuera el que la arrastró a todos este embrollo. Seguía siendo un amigo suyo. Y no podía darse el lujo de abandonar a un amigo. Pero como, ¿Cómo salvar a El Negrito?
Hasta que el ese momento lo récordo.
Algo que le había dicho Gumbau. Una palabra que pronunciar si es que estaba en aprietos. Pero cuál, cuál era, cuál...
—¿Niña estás bien?. Dijo el pastor que miaran a la niña desde arriba. Está se levantó con rapidez.
—Ha si si señora pastor —Decia mientras se limpian la parte posterior de la falda, aunque con todo el barro que tenía no era como que hiciera mucha falta— Solo quería recordar algo. Y no le sale.
—Ho —Exlamo el calvo con bigote en sus 50 años que era aquel hombre— Pues, se que sale de la nada. Pero avases el señor puede ayudarnos a encontrata las respuestas. Aparte está elando así que, porque no mejor entras a esta iglesia y mientras buscar tu respuesta te caliento y cambias de ropa.
La chica acepto gustosa. El pastor no tenía el menor interés de que le chica encontrará esa repuesta. Pero no quería que una jovencita se quedara a la interperie con un clima tan feo.
Paso cerca de una hora. El vestido lujoso de la chica había Sido cambiado Por otro vestido más simple. Uno de color marrón claro sin ninguna seña particular. Que usaban las huérfanas del lugar.
—Muchas gracias otra vez. Dijo la chica. Le entristecía un poco tener que despedirse de un vestido tan lindo, pero era incómodo llevar ropa mojada y sucia. Aus que era lo mejor para ella.
—De nada niña. Dijo una monja de lugar mientras le servía una sopa. La chica comenzó a sorberla al instante. No había comido nada en lo que iba del die... Y wow. De verdad todos esas aventuras las había vivido en solo un día. Era de no creerse.
Mientras tomaba la sopa no podía dejar de pensar en su amigo. En como lo comerían. Tenía que acordarse de la palabra.
—Tu ropa ya está lavandose. Solo sacamos esta joya para que no se dañará. Dijo el pastor de antes, sentándose a su lado.
—Ha gracias. Formal.
—¿Acaso eres una de las sirvientas del virey? Porque no se me ocurre muchas otras personas que puedan ostentar una joya como está. Mientras le daba la piedra.
—No... Digo, mis amos son de una bueno posición. Pero el señor es comerciante no político. Es que... —Buscaba la forma de explicarse sin que sonara como una loca— Me la dió una persona junto al vestido. Agarrando con fuerza la joya. Sintió en su mano una imperfecciones en la parte de abajo de la piedra. Cómo una especie de mercada.
La volteo y... Y allí están... La palabra. O mejor dicho, las 2 "marou maroma" sus ojos no podrían está más abiertos.
—¿Y ahora que pasá? El cura noto su sorpresa.
—¡Muchas gracias pero ya recordé la palabra tengo que irme¡, ! A la noche antes de dormir jura agradece al señor como si no hubiera un mañana!. Dijo antes de irse corriendo.
—¡Niña!.
Ignoro al sujeto y siguió su marcha. Y cuando estuvo afuera dijo. Con todas sus fuerzas.
—¡Marou maroma!.
1, 2, 3 Segundos y no pasó nada. 4 segundos y el suelo comenzó a retumbar. 5 segundos y Gumbau salio de la tierra.
—¡Mulata!.
—¡Gumbau!. Fue corriendo ante el, lo abrazo y besos. Y explico la situación
—¡Un demonio!. Pronicio el hombre de fe aunque ambos lo ignoraron. Gumbau reto a la niña.
—Te dije que no te acercarás a los ogros del bosque. Molesto.
—En aquel momento no sabía que lo eran. Se defendió.
—Bueno no importa. La situación requiere que seamos rápidos así que vamos a ir volando.
En aunque momento el ogro sibo con fuerza.
Antes de que le niña pudiera preguntar cualquier cosa la tierra volvió a moverse con más violencia aún. Y cunado se quiso dar cuenta el dragón al que había visto poseer el oro los llevava en su espalda.
Tomo un ligero impulso y, sin importar los daños no el terror de los presentes. Salto. Comenzando a volver.
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