¿Por qué las películas argentinas tienen que hacerse tanto las raras? ¿No pueden hacer una película normal? ¿Con una buena historia, un conflicto y un desenlace?
Desde el minuto uno que empecé a ver el Jockey me quise cortar las bolas, porque esa historia yo ya la conozco: Escenas que pretenden ser artísticas y personajes que no hablan en una trama en la que no hay absolutamente nada claro.
Y prometo haberme sentado en la butaca con predisposición a disfrutar.
Pero cuando voy al cine quiero que la película me cuente una historia, no estar uno tratando de descifrar lo que pasa desde que empieza hasta que termina.
Hablo desde el enojo de ir a ver una película que parece improvisada, sin empatía popular, hecha para algunos snobs intelectuales que apreciarán el arte, los silencios y las interpretaciones que uno le pueda llegar a dar.
Más allá de El Jockey, las películas argentinas tienden a ser de este estilo, raras, confusas, y lentas porque tienen el lujo de no competir. Siguiendo este razonamiento, lo mejor que le puede pasar al cine argentino es replantear el financiamiento del INCAA.
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