Diez años de resistencia, memoria y esperanza

Hoy se cumplen diez años de aquel grito que sacudió a Argentina y al mundo: #NiUnaMenos. Lo que empezó como una reacción al femicidio de Chiara Páez en 2015 se convirtió en un movimiento que trascendió fronteras, que puso en jaque el silencio y la indiferencia, y que puso en el centro de la agenda pública la urgente necesidad de terminar con la violencia machista.

Este movimiento cambió la forma en que pensamos y hablamos sobre la violencia de género. Ya no es un tema tabú o relegado a lo privado; se volvió una lucha visible, colectiva y transformadora. Gracias a la fuerza de miles, logramos avances fundamentales: la sanción de leyes que protegen y empoderan y la creación de espacios estatales dedicados a la igualdad de género.

Pero más allá de las conquistas legislativas, #NiUnaMenos es, sobre todo, un movimiento de vidas, de historias, de personas que resistieron y resisten para construir un futuro distinto. Un futuro donde el miedo no sea moneda corriente y donde el respeto y la igualdad sean la norma.

La pandemia mostró cuán frágiles pueden ser esas conquistas. El encierro fue una trampa para muchas mujeres y personas LGBTIQ+, obligadas a convivir con sus agresores sin poder pedir ayuda. Y casos como el de Úrsula Bahillo, que denunció múltiples veces a su agresor sin obtener protección, nos golpean fuerte, recordándonos que aún falta mucho por hacer.

Pero la historia de #NiUnaMenos también es una historia de esperanza y solidaridad. De redes que se entrelazan para proteger, acompañar y empoderar. De mujeres, disidencias y aliados que levantan la voz no solo para exigir justicia, sino para transformar el mundo.

Erradicar la violencia de género no es responsabilidad solo de quienes sufren esa violencia, sino de toda la sociedad. Es necesario que cada uno y cada una se involucre, que rompamos silencios, que eduquemos desde la niñez y que exijamos políticas públicas efectivas.

Que este décimo aniversario sea más que una fecha en el calendario: que sea un compromiso renovado para transformar la realidad desde nuestras acciones diarias. Que cada voz que se alce, cada mano que se extienda, cada espacio que se abra, sume a la construcción de un mundo donde la igualdad deje de ser una lucha y se convierta en nuestra forma de vivir. Porque la verdadera victoria será cuando #NiUnaMenos ya no sea un reclamo, sino un recuerdo lejano de un pasado que supimos cambiar juntas y juntos.