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    ¿Cuándo?

    Dolbach

    Dec 21, 2024

    47
    ¿Cuándo?
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    ...

    No es por mí.

    Si está mi muerte, yo ya no. Si estoy yo, ella todavía no llegó.

    Le preguntan a Sheldon Cooper, que arrastra una fuerte gripe:

    -¿Estás bien?

    Y responde:

    -Espero que no, porque si esto es estar bien, la vida no merece la pena.

    Hay vidas así, que si uno las analizara sin la idea incrustada, el instinto innato de proteger la propia existencia, concluiría que es mejor dejarse llevar por la Desdentada.

    La esclavitud solo funciona por ese instinto que he comentado. Si toda la especie humana valorara la vida en su máximo esplendor, la esclavitud hubiera sido inviable.

    ¿Como domesticar a un cocodrilo?

    Pero no somos reptiles, somos simios.

    El teléfono, el despertador, el reloj, el semáforo, la nómina, la hipoteca, el dueño de la empresa, los amos del mundo... Son muchas las cosas que esclavizan al ser humano. Nos extinguiremos nosotros y también los cocodrilos, pero, al menos ellos, nunca han tenido un amo.

    ...

    Nada da el empresario.

    Cuando hablan de las bondades de uno de esos seres que tiene mil empleados, nunca cuentan lo que gana con el esfuerzo de cada uno de ellos. Y es eso, el beneficio, lo único que interesa al elogiado generador de empleos.

    Si puede, siempre paga menos. Si le dejan, tendrá esclavos más esclavizados cada día.

    Por eso hay una patronal organizada, como los obreros tienen que tener sindicatos; para defender sus beneficios los primeros, para defender sus derechos los segundos.

    Es en derecho también tener beneficios, pero no lo es que sea a costa de la calidad de vida de los trabajadores.

    El empresario se aprovecha de que las personas tengan que comer y necesiten un techo. Sin eso, nadie iría cada día a una fábrica a dar ocho horas de su vida.

    Lo llaman progreso, pero es uso y abuso. Sí, porque los salarios rara vez son justos.

    Quienes de veras sacan adelante las empresas, los trabajadores, se llevan la parte más exigua de lo que ellos mismos producen.

    Unos se apropian de las tierras, de los ríos, de los mares, del cielo. Agua, aire, ondas hercianas, tierra, alimentos. Todo es de ellos.

    En el origen, una ninfa que salió del arroyo entre espectrales luces y le dio una espada con nombre a un tipo con barba. O que aquel dijo: ¡Ganarás el pan con el sudor de tu frente!

    Y se lo dijo a los pobres, claro, no a los ricos. ¿Quién suda en el Vaticano?

    Bien lo saben allí:

    Sin pobres no hay paraíso.

    ...

    Pagar los excesos.

    No solo en Navidad somos las personas un compendio de exageraciones. Pero son estas fechas muy propicias para constatar lo dicho.

    Luces innecesarias.

    Cenas tan abundantes que pareciera que no vamos a volver a comer en un mes.

    Compras a destajo.

    Alcohol sin medida porque saca la bota María.

    Villancicos (cada mes podría tener su música específica. Idea loca).

    Bandejas llenas de gurufayos*.

    *Gurufayos: todo tipo de dulces.

    Cuando no había casi nada en las casas, esto de celebrar con más era ocasión de alegría en una lógica percepción de disfrute extraordinario.

    -Madre, ¿cuando es la noche que cenamos el guiso de gallina?

    Hoy, no me digan que no, se nos fue de las manos. Y además, ¿qué? Comemos muy bien todo el año.

    (Yo decía de los excesos).

    Va con los tiempos del Ser Humano.

    Tala de árboles, animales encerrados, tractores, coches, barcos, ropa, teléfonos. No ir andando.

    Caza.

    Viajes.

    Ríos contaminados.

    La factura va a salir cara.

    ¿Nos hacemos un simpa?

    Nota subsidiaria: Lo del paté es, entre otras, una barbaridad sin sentido ni sensibilidad. Por favor se lo pido: ¡Basta!

    Y ya que les digo de ocas embuchadas:

    Suerte.

    ¿Ya han regalado al Estado su dinero con eso de la Lotería?

    Supongo que como cada año.

    Bien, la trampa se hizo más gorda cuando decidieron cobrar también por los premios. Algo así como si rifamos un jamón y aparte de los beneficios le exigimos al que le toca que nos dé cuarto y mitad del pernil.

    No importa, se protesta algo en el bar, pero seguimos tragando.

    Tragamos tanto que por nuestra garganta (y culo) cabe todo.

    Nos atragantaremos... y no será con polvorones.

    Y ya está bien.

    Dolbach

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