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    ay noviembre, sin yo saberlo ya repercutía septiembre.

    Sep 24, 2024

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    ay noviembre, sin yo saberlo ya repercutía septiembre.
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    Nací en noviembre,

    mes habitual en el que el sol primaveral abraza los cuerpos de la región sur del mundo. lugar que me sigue viendo crecer. 

    Según los relatos de esa fecha, el diario -que hasta ese momento no valía más de un peso-anunciaba lluvia torrencial,

    y sobre la tapa del mismo,

    podían leerse palabras formadoras de malas noticias sobre el gobierno de turno y el recordado, jamás olvidado, Cromañon. 

    Voces que amo cuentan que la ciudad se encontraba envuelta en ese umbral existente entre la lluvia y el frío (ese mismo que espera con ansias volver a julio para ser el protagonista), y yo, sin saberlo, me encontraba convirtiéndome en sol. 

    La primavera me había fallado por primera vez: 

    se había escondido de mí

    como un niño que juega y espera 

    -desde su escondite-

    no ser encontrado,

    así ganar

    piedra libre”.

    Es quizás

    -como el vestigio atormentador del que queda impregnado el inconsciente-

    desde ese momento que disfruto del color de las flores más no el mes que las parió;

    pues la esperanza que produce septiembre siempre me resulta un tanto vacía.

    ¿Acaso no puede uno enamorarse en otoño y que florezca así ese amor en invierno?

    ¿Acaso las flores al solo no tener color se las considera muerte? 

    Aunque nací en ese mes apabullante que me ilumina el rostro cada año, iluminado del ya soleado equinoccio de primavera, noviembre, en realidad me esperaba diciembre y sus anhelos veraniegos.

    Y es que ay, noviembre, sin yo saberlo ya repercutía septiembre

    siempre espero dure más de lo que quiero

    (es siempre la espera).

    ‎‎

    La primavera me falló una vez más 

    -unas cuantas veces más-

    pero nunca dejé de esperarla 

    con la misma esperanza de siempre

    la de que, en algún momento, me deje sustancia duradera

    (me angustia bañarlo de flores cuando lo único que hace 

    es darles el poco de sol que les faltaba),

    mientras más me aferro a la idea del otoño,

    de su contraste entre el sol y el viento

    de ese rato de paz.

    así ahora verás y entenderás: 

    nadie obliga a ser un color entre el marrón de las hojas

    nadie espera que florezcas 

    nadie espera nada, sin embargo esperan todo

    (no en tiempo presente, sino a futuro:

    cuando salgan las flores 

    y cuando el sol caliente de verdad 

    y cuando termine el frío) 

    NADIE/LO HACE/EN PRESENTE.

    sin embargo,un día,

    podrías nacer con el sol y el frío 

    y nadie lo esperaría.

    nadie espera nada del presente en otoño 

    nadie espera nada de mí 

    ¿puedo seguirte esperando? 

     -sin prisa- cambiar de color

    así, convertirte en sorpresa. 

    pulsiondemuerte

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