Abrazos de Invierno

Siempre recuerdo esa charla que tuvimos
donde vos confesabas a mi cara sorprendida
que disfrutabas esa sensación de pinchazos
del agua helada o el viento frío.

Yo, que siempre encontré en el frío hartazgo,
recuerdos permanentes de soledad,
falta de abrigo, de calor, de hogar
solo reaccione con sorpresa sin entenderlo del todo.

Creo que no entender es algo muy frecuente en nuestra relación.
No entender la suerte que tuvimos de que la vida nos cruce,
y que nos diera en ese momento una excusa para empezar a hablar,
para hacer planes en conjunto. Compartir y volvernos amigos.

No entendemos tampoco porque nos cuesta tanto decirnos estas cosas.
Es tan raro hablar de cómo nos sentimos que a veces creemos que no hace falta.
Realmente tu compañía cuando me sentía mal siempre fue suficiente para mi.
Incluso cuando no sabias por lo que estaba pasando, ahí estabas.

Yo nunca tuve la certeza de si vos te sentías de esa misma manera,
pero elegía creer que si. Que mi compañía era semejante a la tuya,
y que realmente compartir las horas era más un encanto que un deber.
Quiero creer que nuestra amistad no es una burocracia, sino un deseo.

Quiero que sepas que cada logro de tu vida me hizo tan feliz como a vos.
Verte conocer las mieles del amor con el que te encontrabas en malos términos.
Ver como una buena persona te podía acompañar de las formas que yo no podía.
Ver cómo encontrabas el camino a quien realmente querías ser.

A quien mereces ser, alguien que goce de su propia persona.

Mientras pienso en esto me arrepiento de nuestra amistad silenciosa
(por la segunda parte, jamás por la primera).
Siento pena por todas las veces que no dije cómo me sentía, o peor,
que vos no te animaste a decirme que era lo que sentías.

Quiero cambiar eso. Así que te escribo esto para contarte
que siempre me acuerdo de como disfrutas los pinchazos del frío.
Y que este invierno, salí un poco menos abrigado todos los días,
para sentir esos mismos pinchazos que me recuerdan a vos.

Gracias a vos no encuentro soledad en el frío sino un cálido recuerdo.
El abrazo del invierno se siente como los abrazos que nos debemos.
El mate que tomo para entrar en calor tiene el gusto a los que compartimos.
Y las anginas no son nada comparado con cómo se libera mi garganta al decir cuanto te quiero.