Power Coquette (II)

A mi entender, el tatuaje siempre fue cambiar tu afuera para cambiar tu adentro. Ese fue mi motivo para el Power Coquette, mi hijo conceptual.
Dejando aspectos de diseño de lado, el próposito que lo guía es ser un monumento a las cosas buenas en mi vida, y un amuleto; una protección contra las malas. De esta forma debe transformar mi yo interior a través del cambio de mi yo exterior.
El dolor, el esfuerzo, el compromiso del viaje apuntaban a fortalecerme para convertir ese concepto en realidad para mi mismo y dejar atrás ciertas cosas que cargo en mi espalda. Ahora bien, por designio del cosmos, el proceso quedó invertido. Debo fortalecerme y transformar, antes de empezar el proceso de cambio físico.
La pregunta que surge es: ¿Cómo se clava algo antes de tener tu martillo? ¿Es el arte el que crea y convierte, o debo ser yo quien convierta y cree el arte?

Si el próposito del tatuaje era depurar, limpiar el cuerpo, para convertirlo lentamente en un ser nuevo, ¿Cómo sintetizar en días, semanas, un proceso que pretendía durar años quizá?

Es complicado entender cómo la fuerza bruta dirigida hacia uno mismo podría llevar a un camino estable de cambio. Es mas complicado aún domar el espíritu que siente la obligación de cambiar y ser arte, cuando primero debe enfrentar la realidad de ser un lienzo, desnudo, ante quién va a pintarlo y lo observa con atención.

Llegué a destino antes de haber empezado el viaje, ¿cómo convertir el trayecto en realidad cuando todavía no salí?
No lo sé. Con el corazón afuera, intento descubrilo.