Y la ennegrecida tierra se humedeció y guardo en su olor a flor de naranjo y suelo mojado el llanto tortuoso de la niña. Creyendo que ella era lluvia, después de tanta sequía; brotó de su suelo en forma de agradecimiento flores enervantes y dulces, con forma de primaveras mojadas y poemas de papel de seda, y miel, y ornamentos de cristal.
Y dicen, desde ese día, que donde brote una flor no será por semillas, lluvias ni soles, sino por llantos de hijas malditas y (derramamientos de) gotas acristaladas por el dolor de muchachas que rezan a a Dios sin atreverse a levantar el rostro, y que, cuando sus ojos se vuelven mares, (ellas) bendicen la tierra.
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