El silencio después de la pregunta: ¿Qué querés ser? Hablemos de la pasión
Aug 25, 2025
La escritura para mi funciona como acto de supervivencia psíquica, un espacio donde el dolor encuentra cauce.
Antes de empezar, se tiene que dejar en claro que la palabra PASIÓN viene de la idea del sufrimiento. Procede del latín, que significa sufrir, padecer.
Es hermoso entender eso antes de leer lo siguiente. Porque muchas veces una pasión puede llevarte al sufrimiento más doloroso. Muchas veces una mente necesita cierta soledad para dejar fluir esas pasiones dolorosas, esas ideas que dolerán más cuando sean vistas desde la perspectiva de que algo te falta y nunca lo vas a encontrar.
Porque es deprimente darse cuenta de que uno tiene cierto don para realizar conexiones humanas tan limpias y sinceras, y al mismo tiempo recordar lo solo que estamos, que la muerte siempre está, y que andamos con la esperanza justa de encontrar ese amor que valide que la vida puede ser un camino que tranquilamente se puede recorrer de a dos. Pero muchas veces el amor se olvida de nosotros, o peor aún, viene y se va.
Si algo tengo que aceptar es que esta pasión que tengo me generó muchísimo dolor. Es horrible estar en soledad y empezar a escribir ciertas emociones que nunca deberían salir en voz alta, porque sabemos muy bien que la verdadera personalidad de uno no muchas veces tiene vía libre para expresarse en el mundo real. Muchas veces uno tiene que ser cuerdo y entender que su verdadera personalidad nunca va a salir del todo, porque si saliera más que seguro serías apuntado con el dedo y excluido de ese círculo al que nunca tuviste intención de entrar, pero entraste porque sos humano y merecés cierta exclusividad, creo.
Dicen por ahí que el recuerdo siempre es doloroso. Un recuerdo triste, por obvias razones, duele, ¿no? Y también un recuerdo feliz, porque ese momento ya finalizó, porque nunca más vamos a vivirlo con esa plenitud y espontaneidad de la primera vez. Además, es tan doloroso entender que ciertos momentos nunca van a poder vivirse nuevamente. Pero seamos agradecidos: los vivimos, y lo narro porque lo viví y porque entendí el valor de ese instante. Tarde, pero lo entendí.
Hablemos de las pasiones. Hablemos de lo feo que es tratar de responder a la famosa pregunta: ¿Qué te gustaría ser?
Soy quien primero levanta la mano cuando se dice que las pasiones muchas veces se encuentran si miramos hacia el pasado. Una de mis pasiones es la escritura.
Yo, sin la escritura, no sé dónde estaría. Sin esta manera de expresarme de forma tan elegante —cuando en persona soy bastante torpe, si el entorno me lo permite, obviamente—.
Gracias a la escritura pude ordenar un pasado bastante doloroso. Ordenarlo, entenderlo, duelar ciertas emociones, reír y aprender. Escribí textos largos sobre emociones que, al terminarlos, me hacían sentir mejor.
Es hermoso aceptar tus dolores a través del arte.
Si todavía me mantengo cuerdo es porque me siento y escribo por horas. Igualmente, a veces me duele no tener más nada que hacer que solo escribir.
Muchas veces apago las luces de mi casa, pongo música, me siento, cierro los ojos y pienso en emociones —ya sean negativas o positivas—, y la emoción que más se queda en mi mente es la que elijo para desbordar humanidad y generar un vínculo más real conmigo mismo.
Tengo miedo de que mis escritos, en sí, alguien se los tome personal y deje de lado el mensaje final. Escribo mucho sobre el amor, pero eso no significa que lo que escriba me pasó a mí, ni que todos mis textos sean para alguien en particular. Porque no, no es así.
La terapia más dura, cara y larga que tuve fue cuando me senté a escribir con un propósito: entender que la vida va más allá de un pasado doloroso y un presente lleno de culpa.
La terapia más dura que tuve fue cuando, después de las 12, se hizo mi cumpleaños, me senté en la punta de la cama y acepté que, aunque el inicio de mi cumple fue en soledad, terminaría lleno de felicidad.
La terapia más cara que tuve fue cuando entendí el valor de mi pasado, y que sería más rico en conocimiento si tan solo, al mirar hacia atrás, volviera con más preguntas que respuestas. Porque las preguntas suelen dar más respuestas que la misma respuesta en sí.
La terapia más larga que tuve es entender que esto nunca va a terminar.
La pasión no va a aparecer si respondés la famosa pregunta "¿Qué te gustaría ser?", así que tenés total libertad de no responder.
La pasión va a aparecer cuando te des cuenta de la magnitud de tu persona y de las cosas que podés lograr si tan solo aceptás ese don que tenés.
¿Pero cuál don?
El don de estar viviendo el presente sin dejarte ganar la pulseada por un pasado donde hubo escasez de emociones que, hoy en día, vos das incluso cuando no hace falta. Porque entendiste lo que te faltó, y encima querés dar el doble.
Todos tenemos un don, todos tenemos algo que nos caracteriza. Muchas veces nos da vergüenza que nos reconozcan algo. Pero me puse a pensar, y vi con mis propios ojos que esa cosa que te da vergüenza mostrar —esa forma de crear música, de dibujar, de escribir, de hablar, de hacer lo que sea… lo que sea—, esa cosa que más vergüenza te da que reconozcan, es una ventana abierta a la pasión.
Porque, en mi caso, si me daba vergüenza mostrar mis escritos, es porque sabía que mi forma de ser, esa que creí toda la vida, no estaba a la altura de semejante pasión. Usa tu tiempo para poder descubrir en qué eres bueno. Cuando descubras en qué eres bueno, vas a hacer las paces con el tiempo, y el tiempo te va a premiar por entenderlo.
No te pongas mal si tus conocidos empiezan a hablar de su futuro y vos todavía no sabés por dónde disparar. Ponete feliz por ellos, porque muchas veces uno encuentra su pasión gracias a esos amigos que nos dan esas charlas que hacen que mostremos, poco a poco, lo que somos. Y qué placentero es cuando, al final de la conversación, ese amigo te entiende y te va remarcando todo lo que dijiste, para que ambos traten, aunque sea, de llegar a una conclusión. Ese análisis sano, con cuidado, que te pueden hacer ciertas amistades, es un verdadero lujo que nunca tenemos que perder; hay que cuidarlo.
Y recordá:
quien habla de su futuro teniendo un pasado que resolver, junto con un presente que deja una perspectiva de dudas, dudo que su futuro sea diferente al pasado que tanto critica en el presente.
No te pongas mal si todavía no sabés qué responderle a papá o a mamá cuando te pregunten qué querés ser.
Ponete feliz, porque no todo el mundo tiene el privilegio de que un padre o una madre le hagan esa pregunta. Algunos tienen ángeles cuidándolos, que desaparecieron sin previo aviso, dejando un dolor que nunca vamos a entender.
Papá o mamá quieren verte feliz, porque uno entiende, con el tiempo y observando las ojeras del viejo, que su mayor logro va a ser cuando le digas qué querés ser. No, no quiero ponerte presión; solo quiero que entiendas que tu gran sueño puede ser el descanso perfecto para aquel que tanto te cuidó y te amó.
Y si te cuidó y te amó, quedate tranquilo: aunque no sepas lo que queres ser, siempre te va a amar en esta vida corta, en la que parece que nos gusta más llorar y recordar que sentir el presente como un regalo divino para encontrarnos con nosotros mismos, e ir juntos de la mano hacia ese sueño que alguna vez anhelamos, pero que quedó perdido en una vida que nunca dio respiro.
Espero que puedas irte a dormir sabiendo que, si todos los días cumplís con tu trabajo qué poco te agrada, aguantás ciertas personas, un horario laboral que hace que nunca veas la belleza del atardecer cuando lo necesitás, sea porque estás siendo movido por una fuerza que dictamina qué tiene prioridad y qué no. Esa fuerza se llama pasión, y a la pasión se la busca en dolores y vergüenzas, se la cuestiona luego de encontrarla, se la odia por su ausencia todos estos años, se la entiende porque, si apareció, fue por algo, y se la ama porque en las pasiones solemos ayudar más a los demás que a nosotros mismos. Y como somos humanos, muchas veces preferimos ayudar al otro antes que mirar nuestras necesidades, y eso es hermoso.
Quedate tranquilo, existe gente que piensa lo contrario y seguro esa gente se muera en el anhelo eterno de encontrar la forma de copiarte esas sonrisas que largas cuando ejecutas con éxito esa pasión que sabés muy bien que es más para los demás, como estoy haciendo yo con este escrito tan cuestionable y tan doloroso para mí.
Te deseo suerte. No tengas vergüenza del cuestionamiento de terceros cuando hagan la famosa pregunta: ¿Qué te gustaría ser? Que te dé más vergüenza saber que andás viviendo sin ponerte a pensar un segundo por tu cuenta qué es lo que realmente querés ser en la vida. Esa pregunta se la tiene que hacer uno mismo, ahí está el secreto. Porque si no sabés qué vas a responder, no importa: nadie puede cuestionarte si estás solo frente al espejo. Bah, sí… vos mismo.
Y te deseo suerte con el dolor que vendrá luego de responder esa pregunta y entiendas que, en la vida, un anciano no puede correr una maratón con jóvenes ansiosos, así como una joven no puede obtener la sabiduría del anciano. El tiempo pasa rápido y más cuando encontramos lo que amamos.
Si te dijera que nombres todo lo que amás en esta vida, ¿cuánto tiempo tardarías en nombrarte a vos mismo?
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