Edelweiss en el cielo: el viejo que discutió con Dios por amor. Estoy viejo y me duele el cuerpo.
Oct 22, 2025
Delicada como edelweiss
Tu ausencia en mi vida se representa como una flor que nadie pidió, pero todos dicen cuidarla.
Flores sobran en mi jardín, faltan unas manos que sepan tratarlas.
Tus manos sabían manejar el complejo latido de un ser nacido en dudas.
Dudas generabas cuando tu tono de voz pasaba a la neutral.
Tal vez tu voz siempre fue así.
Tal vez yo fui el idiota sin argumentos a soñar pensó que estabas enamorada de mí.
Suspiro lento y pienso en tu caballero.
Suspiro lento porque, de por sí, ya estoy viejo.
Estoy viejo: mis manos no pueden sostener nada sin temblar.
Muchas enfermedades aparecieron.
El cáncer puede ser lo mejor que tengo.
Todo lo demás ya no funciona, estoy viejo.
Pero este viejo dejado por sus hijos,
este viejo observado siempre de reojo y con desprecio,
sonríe cuando ve aquella montaña y nota una mancha blanca.
No es una mancha: es lo que alguna vez fue tu regalo favorito,
la flor de edelweiss.
Necesito la ayuda de alguien para transportarme.
Necesito la ayuda de alguien para comer.
Necesito ayuda hasta para tirarme a la cama.
Pero no necesito ayuda de nadie para recordarte.
Por suerte, Dios me dio todas las enfermedades,
menos el maldito Alzheimer.
En cada parpadeo te juro que te veo.
No sé cómo explicarlo: un parpadeo dura menos de un segundo,
pero te prometo que ese parpadeo basta.
Basta para poder revivirte y vernos tan jóvenes,
tan inmunes a lo que hoy me hace toser de más
y hasta llorar del dolor.
Pero soy afortunado, soy fiel guerrero en discutir lo que sentí y siento.
Ni la enfermedad, ni el rechazo de mi árbol genealógico,
ni las pérdidas dolorosas que no gestioné a tiempo y me castigan en reflejos,
van a poder sacarme tu hermosa persona de mí.
En mi vida no ganaron esas cosas horribles.
En mi vida ganó el amor, y si ganó fue porque a alguien se le ocurrió inventarte,
y mi corazonada robó el invento —que muchas veces pienso
que era para otro sujeto.
Yo no sirvo para ser viejo, sirvo para recordar que alguna vez fui un joven enamorado.
Cuando recuerdo nuestro primer beso, quiero levantarme de la silla de ruedas.
Cuando recuerdo nuestra primera cita, quiero decirle a la enfermera que yo también tuve su edad.
Cuando siento un aroma parecido al tuyo, quiero darle flores al aire.
Pues aunque la portadora de ese aroma que te pertenece se me haga presente,
no podría ni abrazarla: no tengo fuerzas para nada.
Pero cada vez que pienso que te huelo, agarro unas flores que siempre tengo en mi bolsillo y las tiro al aire.
Y como casi no veo, me gusta imaginar cómo poco a poco caen al suelo.
A veces quiero levantarlas, pero no puedo.
Nadie me ayuda; todos sienten asco por este viejo.
La gente joven piensa que el anciano nació viejo.
La gente joven nunca piensa que el anciano hizo el amor enamorado.
Qué dolor siento al darme cuenta de que nunca pensé cómo iba a terminar esto.
Te amo. Hoy siento que es mi último día bajo este hermoso cielo,
cielo que alguna vez prometí llevarte. No pude cumplir eso.
La muerte te llevó primero.
Pero acabo de hablar con Dios, y me juró que hoy daré el último rezo.
Amor, ya casi llego. Solo déjame decirles a mis hijos que me perdonen,
y ya parto con vos.
Apenas muera, quiero verte venir corriendo hacia mí.
Quiero que la primera imagen que tenga al verte en el cielo
sea vos de vieja, ya que nunca te vi así: te reclamaron muy joven.
Después, cada vez que vayas acercándote, me gustaría verte más joven,
hasta llegar a niños.
Tomarte de la mano luego de jugar,
y así, entre el juego y el latido rápido,
te prometeré nuevamente el cielo.
Y nos daremos cuenta de que estamos caminando juntos en el mismo cielo.
Ya habremos muerto. Pero antes, decirte que a pesar de las ausencia que hoy tengo acá, no quisiera estar en otro lugar.
Nunca, en mi día a día, a pesar de tu ausencia, sentí que la vida me debía algo.
Eso significa que hiciste un hermoso trabajo sobre mí.
Antes de irte, me diste tanto amor que pude resistir.
Y muchas veces el sentido de vida no lo encontramos en nuestros padres,
ni en nuestros hermanos o incluso hijos;
muchas veces encontramos el sentido de nuestra vida
en una sonrisa que no forma parte de nuestro árbol genealógico.
“Eso es el amor. Lo único que me mantuvo vivo, incluso cuando ya estaba muriendo.”
Te amo.
18/10/2025
20:43
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