Donde el valle pronuncia tu nombre
Dec 16, 2024
Te miro, y no basta.
Tus ojos me llaman como promesas incumplidas, tu piel brilla como un manjar prohibido, y yo, hambrienta de ti, pierdo la razón en este deseo que arde y se desborda.
Quiero tomarte, pero no en el sentido vano del mundo,
no como el roce fugaz de dos almas, sino como algo eterno,
algo profundo y visceral.
Quiero que seas parte de mí, que tus venas sean mis venas,
que tu carne se funda en mi carne.
Tu cuello me tienta,
ese pulso constante que grita vida,
vida que ansío robar.
No para destruirte, sino para conservarte siempre dentro de mí,
en cada célula, en cada suspiro.
Mis dientes no son crueldad;
son ofrenda,
un pacto que sella nuestro amor en el intercambio más íntimo.
Cuando te toco, cuando te tomo, no hay mundo afuera,
solo esta danza salvaje que nos consume.
Tu sangre es dulce, como una canción antigua,
un eco que recorre mi garganta y me recuerda
que amar es devorar,
es querer poseerlo todo,
no dejar nada al azar ni al olvido.
Cada mordida es un "te amo".
Cada fragmento que reclamo es un juramento.
No es violencia,
es amor en su forma más desnuda,
amor que duele, que grita, que arde.
Y cuando solo quedemos nosotros,
en este caos de deseo y entrega, seremos uno,
en un hambre que nunca se sacia,
en un amor que nunca termina.
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