Difícil que lleguemos a ponernos de acuerdo

Vos pensás algo de vos, yo pienso otra cosa de vos; vos pensás que yo pienso algo de vos, yo pienso otra cosa de lo que vos pensás que yo pienso de vos. Yo digo mucho menos de lo que vos querés escuchar, yo recibo mucho menos de lo que me gustaría recibir. Vos tenés una imagen tuya, yo tengo otra. Vos crees que sabés la imagen que yo tengo de vos, yo creo que vos tenés una idea de la imagen que yo tengo de vos. Yo tengo una imagen mía, yo pienso que vos tenés tu imagen de mí. Vos no sabes la imagen que yo tengo de mí. Yo no sé la imagen que vos tenés de vos. Yo tengo una imagen de lo que soy yo para vos. Vos tenés otra. Yo quiero algo. Vos también. No sé qué es eso que quiero y vos tampoco, y para colmo yo intento descrifrar qué querés y vos intentas descrifrar qué quiero yo. Yo uso palabras para decirte cosas, y a vos no te gustan. Vos también haces lo mismo. Usas las palabras de maneras diferentes a las mías. Yo uso las palabras y a vos no te agrada cómo las voy acomodando. Me narro de una manera. Vos de otra. Yo pienso cosas. Vos también pensás cosas. Y nunca vamos a estar de acuerdo en nada. Entre vos y yo, entre tu cuerpo y el mío, entre tu amor y el mío, un universo de palabras y de imágenes nos separa. Nos separa un escenario donde transcurren todos los malentendidos de la Historia de la Humanidad, todos ellos condensados en una conversación que podríamos tener un día cualquiera. No me acerco a vos tocándote. Me acerco cuando agarro una palabra y por alguna extraña razón vos la recibís bien, la escuchas, y me das otra palabra que yo tiernamente acepto. Nos entregamos, en el fondo, nada más que un puñado de palabras que no tenemos idea si serán parte del Malentendido Fundamental o si alivianarán nuestra distancia. En este vértigo yo creo conocerte.