mobile isologo
    buscar...

    Decí lo que sentís, o ese silencio te va a hacer ruido toda la vida.

    Tongas24

    Abr 28, 2025

    54
    Decí lo que sentís, o ese silencio te va a hacer ruido toda la vida.
    Empieza a escribir gratis en quaderno

    Decí lo que sentís, o ese silencio te va a hacer ruido toda la vida.

    Empecé a contar cómo me sentía el día que entendí que nadie me iba a odiar por hablar de lo que me pasa. Y si contar mis penas hace que alguien se aleje, estoy dispuesto a aceptar ese adiós forzado por la incomodidad de verme llorar.

    Antes de cargar con las penas ajenas, tratá de entender por qué sentís todo con tanta intensidad. Esa angustia que te hace callar, porque sabés que la otra persona no está lista para escucharte. No existe peor castigo que creer que alguien tiene que estar bien emocionalmente para poder entenderte. Porque la verdad es que la gente pocas veces es feliz, y encima, cuando los vemos felices, no queremos arruinarles el momento con nuestra necesidad de soltar todo eso que venimos guardando.

    No hay peor castigo que esperar ese momento indicado, ese momento ideal que uno fantasea para decir, por fin, las cosas que nunca se animó a decir. Te lo digo por experiencia las mejores charlas fueron en momentos imprevistos en la cocina, con los ojos llorosos y el corazón abierto. Y ahí pensé en el potencial que uno tendría si se dejara ayudar un poquito más.

    Aquel que tuvo que madurar demasiado pronto —ese niño que cargó con la inestabilidad emocional de un padre o una madre— necesita que alguien lo entienda. Que sepa que no está solo. Y que para algunos seres que lo rodean hoy, sería un verdadero placer escuchar con atención todo eso que tanto tiempo se guardó.

    Uno de los peores errores que puede cometer el ser humano es dar por hecho que no le interesamos a los demás, cuando ni siquiera nos acercamos para contar lo que nos pasa.

    Damos por hechos emciones desconocidas.

    Damos por hecho que no merecemos amor

    Damos por hecho que nuestros sueños importan menos que una rutina aburrida e inestable

    Damos por hecho que lo normal sea que papa se vaya y encima cargamos con la necesidad de cambiarlo

    Y aceptamos que lo normal sea cumplir las expectativas de nuestros padres,

    cuando ni siquiera nos pidieron perdón de corazón.

    Me encantaría que poco a poco me dejaras desnudarte los traumas,

    ver cuáles tienen un núcleo definido, entenderlos,

    aceptarlos juntos,

    e ir más allá.

    Conocer, sin miedo, lo oscuro de tu mente.

    Para poder comprenderte un poquito más

    y ayudarte a sacarte esa etiqueta que tanto repetís,

    como si eso definiera quién sos.

    Soy fiel creyente de que, tarde o temprano, uno explota.

    Y casi siempre, en el momento menos indicado.

    Dejando detrás una sensación de confusión,

    incomprensión

    y dolor para quienes más te quieren.

    Pero, ¿cómo no explotar?

    Si las veces que quisiste hablar,

    te tiraste para atrás al notar un simple desvío de mirada,

    uno de esos gestos involuntarios que te hizo pensar

    que no importaba lo que ibas a decir.

    Y entonces callaste.

    Y te lo tragaste todo.

    Otra vez.

    Somos lo suficientemente inteligentes como para notar un detalle mínimo

    y decidir que no vale la pena hablar.

    Y al mismo tiempo, los más estúpidos por no encontrar una excusa rápida

    que nos salve de una conversación

    que sabemos que va a terminar

    con la mitad de nuestra alma

    destrozada.

    Entiendo que tal vez no puedas contar lo que te pasa ahora.

    A veces, simplemente necesitamos que llegue el momento indicado —como bien mencioné antes.

    Pero, por favor, no te enojes con esas personas que insisten en saber qué te duele.

    No lo hacen por curiosidad.

    Lo hacen porque te aman, porque sienten tu silencio más fuerte que mil palabras.

    Quien te ama sabe cuándo tu mundo interno está sufriendo, aunque lo disimules.

    Y créeme… no existe peor dolor que ver a tu persona favorita romperse en silencio,

    y no saber cómo ayudar.

    Lo intente. Pregunte.

    Te observe.

    Te analice.

    Y aun así… nada.

    Rezamos antes de dormir para que te levantes con vida al día siguiente.

    Con la fe de que, al fin, encontremos esa pregunta milagrosa,

    la que desbloquee todo eso que llevás adentro

    y te dé el alivio de poder largarlo.

    Solo espero que algún día encuentres la ocasión perfecta para soltar,

    aunque sea un poquito, de todo eso que te pesa.

    Porque la felicidad —cuando se comparte con las personas correctas— se vuelve adictiva.

    Y más aún cuando entendemos que es la única emoción que realmente depende de nosotros.

    O al menos, eso me gusta creer…

    cuando la felicidad me visita.

    Y por último

    Expresate.

    Capaz al principio largás todo de forma rápida, caótica, hasta inmadura.

    Pero no pasa nada.

    El comienzo de la sanación no suele ser elegante ni madura.

    Suele ser desordenada, torpe, y profundamente humano.

    Y recorda la frase que escribí al principio, que define todo este escrito:

    Decí lo que sentís, o ese silencio te va a hacer ruido toda la vida.

    Tongas24

    Comentarios

    No hay comentarios todavía, sé el primero!

    Debes iniciar sesión para comentar

    Iniciar sesión