Esta historia tardó muchos días en iniciarse. Rondaba los pensamientos del protagonista mientras este dormía o sollozaba. Durante la madrugada del Lunes sufrió una especie de ataque de pánico entre llantos interminables, la emoción no cesó cuando se vio impulsado a escribir. Esto es lo que anotó:
En el brillo rectangular de un espacio en blanco, el parpadeo intermitente del cursor esperando que elija las palabras para decir, la imagen no aparece, está adormecida entre los anuncios y las tendencias de pensamientos nivelados en su serialización. Sonidos de estupidez y colores idiotizados para ser fácilmente trasladados en movimientos sinápticos, mi atención está puesta en el individuo. Mi nombre es Roberto Osancaci pero prefiero ser Igor Pratt. Una supra-identidad que me eleva de mí mismo. Vine a hablarles del zumbido. El entumecimiento de la mente a través de las pantallas. Ya nos han vencido, sin darme cuenta tomé otro dispositivo entre mis manos y me zambullí al flujo de información, logré escapar del pergamino interminable y perdí la gran información que planeaba revelarles. ¿Es todo este decaimiento un símbolo de nuestros tiempos?¿Cuanto más tendrá que pasar hasta que las sirenas presagien las bombas?. El hombre es un mal sueño o un espectro históricamente determinado por la cultura. Todo lo contemporáneo es corporativo, está jerarquizado en la depredación de los dígitos abstractos, es el algoritmo que te indica qué pensar y qué decir y el cálculo de la super-computadora determina la economía y tus ensoñaciones.
¿Dónde quedó el silencio?¿en qué se transformó el lenguaje? sociedades experimentales, párpados eléctricos, hemos renunciado al brillo de la luz interior, estas ideas apenas llegan, hasta el trayecto de las estrellas se ha contaminado, mi espíritu es un indicio desconocido. No puedo pensar con claridad…
El protagonista nuevamente se pone a llorar mientras las lágrimas forman cascadas desde sus ojos y caen al suelo, cerca de sus libros desparramados. El autor había pensado que moriría esa misma noche, colgándose desde una viga con un cable de guitarra. Sin embargo algo lo mantenía vivo y por dentro teme que sea simplemente la adicción a la pantalla. Si muriera la conmoción sería leve, todo es veloz en la era de la información y como eligió un mal oficio: ser poeta, vive fuera de su tiempo, por debajo de la cultura, al margen de las palabras conocidas. Hace varios días que el protagonista no se levanta de su cama, perdió mucho peso y se ve cansado. Todos a su alrededor están ocupados trabajando (para sentirse importantes alimentando a la maquinaria o para sobrevivir y extender su labor al entretenimiento) y no lo comprenden cuando este habla sobre refinar el espíritu. Prefieren que su formación sea digital y no quieren pensar fuera de lo unidireccional que un video repetitivo ofrece desde el teléfono.
─Esto espantaría hasta Huxley.
Solía decir el protagonista que leyó a Shakespeare por Jhon el Salvaje. Incluso el amor es inentendible para él, pensaba que esa fuerza superior lo haría trascender, se equivocó. Con sus ideales derrotados, transitando la decepción deambula por las calles, buscando aventura, pero si los maestros lunáticos de los años sesenta escribían sobre las noches en que ellos mismos caminaban y pasaban frente a las casas que desde sus ventanas demostraban el brillo azulado de la televisión, el protagonista en la actualidad solo podía encontrar personas mirando sus teléfonos, conversando de las mismas cosas una y otra vez, difundiendo las mismas noticias, estableciendo las mismas tendencias, vistiendo de la misma forma, llevando los mismos peinados. El protagonista asustado recuerda la geometría escolástica de Ignatius J. Reilly,─flatulencias y meteorismos─ entonces intenta calmarse al compararse con el que está buscando una obra maestra acumulando cuaderno tras cuaderno y sabe que creerse fuera del tiempo es la primera ilusión de la vanidad (incluso el mismo tiene como veinte cuadernos que acumula desde hace diez años, cuando tenía diecisiete) y con la vergüenza que le causa exhibirse de aquella forma lo único que logra es un malestar crónico. A veces reflexiona:
─¿Por qué soy de esta forma?¿No podría pensar nada más que en deportes y cerveza?¿No me distraigo de la misma forma siendo mi ejercicio de las letras el deporte y el alcohol mi virtud?.
Pensar tanto le produce jaquecas que lo inducen a fumar. El zumbido es una onda radial en constante expansión, no sabemos de donde viene pero sabemos lo que logra. Nos entumece, aletarga nuestros sentidos con sus choques sedantes. Entonces el poder persiste en la dinámica social de una relación ejercida ¿y la materia y el movimiento?¿y la contraposición de los opuestos?¿el bien/el mal?¿el Tao?¿el Dharma?¿La rueda del autentico significado? el protagonista está resignado a sufrir, aceptando el dolor para transformarlo en placer. Se olvida de matarse y de pensar cuando los fermentos lo atraviesan, pero siempre queda la consecuencia del día siguiente. ¿Qué lugar ocupa un individuo como este en los futuros acontecimientos?. Prefiere no pensar en eso y se dedica al oficio que las máquinas pretenden quitarnos: Ficcionar. Subirse a pensar e interpretar lo que ─tal vez─ nadie más ve. Abrirle los ojos a la sociedad, alucinar a los jovencitos para que el oficio perdure de la misma forma que en su juventud lo alucinaron a él. La ironía vendrá al vencer y ver que lo leen desde las pantallas, que sus libros se enmohecen en los estantes y que sus frases se mercantilizan en eslóganes que lo presentan como el redentor del medio.
¿Estará soñando estatuas líquidas?¿un epitafio silente?¿el ángel que nos mira? cansado de la rima encadenada cede a la ensoñación y se vuelve voraz propagandista del budismo zen. Muchacho infra-realista se desnuda para escribir: DINERO GRATIS, en una máquina de sueños. Cierra sus cuentos con referencias meta-textuales sobre nunca darse por vencido y luchar contra Moloch con la extensión de versos interminables.

Soldado Desnudo
Escribo en todas las superficies. Las palabras brotan sin significados, son el cúmulo olvidado y de ellas me alimento.
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