you haunt me

no me dejes solo, haunt me, no había palabras en castellano para ese verbo, haunt, no era embrujar, no era aparecer, era haunt. 

- nuestra parte de noche, mariana enriquez.

no me dejes sola, no me dejes sola, no me dejes. 

me despierto suplicando que te quedes a mi lado. esta es la rutina de las últimas dos semanas, como todas las madrugadas, que se hacen cada vez más pesadas y extensas desde que empezaste a visitarme. los rayos del sol y la cama fría me bajan a la triste realidad: vos no estás y no vas a venir nunca.

no sé si me escuchas, mis llantos llamándote para que salgas de donde sea que estás escondido, el chiste ya no es gracioso, aparecé por favor. 

sos mi nuevo amor imposible. no es por distancia, por amor, por prohibición, sos imposible porque nunca fuiste real. no existís en este mundo ni en mi vida. sin embargo, todas las noches te apareces en mis sueños con una naturalidad digna de un dueño de casa, caminas por mi mundo como si lo conocieras mejor que yo. quizás lo hacés. me abrazas, hablamos, rozamos nuestras manos, y a veces, solo nos miramos en silencio porque no hace falta hablar cuando el cuerpo y el alma entienden.

tu calor permanece en mi casa hasta horas después de despertarme, siento tu tacto en mi piel, te siento cuando preparo el desayuno, tus ojos clavados en mi espalda, y juro que sentí tus pasos mientras me lavaba los dientes el otro día. te busqué en el espejo, pero tampoco estabas ahí.

no hay palabra en castellano para lo que haces.

you haunt me. 

no es embrujar. no es visitar. no es acechar. es tan profundo que se torna cruel. 

you haunt me. 

sos una herida que no sangra. una presencia que no se ve ni se escucha. un eco que no viene de ningún lugar pero se instala en mi pecho y siento que podría romper en llanto cuando te recuerdo. te arrastro conmigo durante mis días, como quien arrastra un cadáver en los brazos, pero el muerto no sos vos, soy yo. 

así y todo, me habitás aunque seas un delirio de mi pobre mente torturada, y cuando sueño con vos, creo que en alguna parte debimos amarnos. cada vez que apareces, esa posibilidad se vuelve carne. vuelvo a respirar por esos instantes, dura poco -minutos, segundos, no sé- pero son suficientes para aferrarme a esa calidez y no querer abrir los ojos. no quiero volver. empiezo a suplicar, a quién sea que me escuche, desde el fondo de todo lo que me duele:

no me dejes sola. 

haunt me. 

no me arranques este amor inventado, por favor. porque ya no sé vivir despierta. 

porque solo existo cuando duermo con vos.