Yo hombre. Qué hago con esto que me pasa?
No entiendo bien qué es lo que estoy sintiendo, es un puño en el pecho. Una trompada que me pegan de frente y me corta un poco la respiración. Es raro, porque hace años que vengo sintiendo esto, que me acuesto a dormir por la noche y la cabeza no deja de mandarme señales de cosas feas, de cosas que viví hace tiempo y que llegan organizadas, como un álbum de figuritas de esas de fútbol que me gustaba coleccionar. No quiero sentirme así. No quiero tener que lidiar con esto. A veces cuando me llega me hace temblar, no entiendo como algo que nace de la nada se manifieste en el cuerpo, no lo entiendo, me hace temblar entendes? Como ahora, que estoy escribiendo y en lugar de pegarle a una tecla le pego a dos o tres, casi inventando un idioma. No es algo que pueda ver y eso me revienta. Me genera bronca y palpitaciones. Soy hombre y me pasa algo que no entiendo.
Hace muy poco exploté. Si, exploté como si un virus se apoderara de mi cuerpo. Resulta que estaba mirando un partido de fútbol muy importante para mi: mi club de toda la vida estaba jugando una final. Los nervios empezaron horas antes del partido. “Es normal” me dije, suelo ponerme nervioso con cualquier partido, imagínate con una final. Sigo. Estaba mirando el partido y el cuerpo dejó de responderme de la manera que yo quería que me responda. Las piernas comenzaron a dormirse y sentí las manos hincharse al punto del inminente estallido. La cara comenzó a temblarme y juro que cada músculo que la forma estaba moviéndose sin que yo pudiera frenarlos. El cuerpo, mi cuerpo estaba pasando por un momento que me generó mucho miedo. No entendía qué me pasaba, o no quería entenderlo. Lo primero que pensé es en un ACV, lo que me generó aún más terror. Esta aventura terminó en la guardia de una hospital. Mi compañera de vida me llevó de urgencia al hospital Español donde permanecí en una camilla llorando y con el cuerpo respondiéndome muy de a poco. En la guardia me decían que tenía un ataque de ansiedad o un ataque de pánico, debo decir que no lo creí mucho, pero opté por aceptarla.
Lo que le siguió a ese episodio fue una semana de angustia y llanto.
¿Qué me pasó? Si, exploté como dije unas línea arriba pero por qué? El contexto de mi vida en ese episodio era normal. Bien en el trabajo, bien con mi compañera, con mi familia y amigos. Pero algo venía creciendo dentro mío. Algo que siempre controlé y que en ese momento, con los nervios a flor de piel por esa final, se manifestó físicamente, impidiéndome manejar mi cuerpo: la tristeza se hizo presente y, además de esconderla, nunca supe como enfrentarla.
Hoy lo entiendo. La tristeza es un sentimiento como la alegría, como el amor. Solo que duele más y eso incomoda y molesta. Entendí que, como cualquier sentimiento, la tristeza se va a ir en algún momento pero que si o si hay que transitarla, enfrentarla y aprender de ella.
Hoy tengo 41 años y soy capaz de entender esto que escribo, aunque aún estoy en la labor de encontrar el por qué de todo.
Soy hombre y estoy atravesado por una cultura que me enseño que los hombres no podemos estar tristes así como las mujeres no se pueden enojar.
Soy hombre y aprendí que las cosas se hablan, que si tengo algo atragantado en el pecho (una piña por ejemplo) tengo que hacerme cargo y encararlo.
Es difícil. Duele. Te hace doler el cuerpo.
Pero se que voy por buen camino.
Pablo Adrían Fantova.-
PaF
Escritor platense. Autor de "El relato de lo que se cree que muere." Novelas. Cuentos cortos. Escritos. Bienvenidos a mi mundo. "Actitud, amor y respeto." Pablo Adrian Fantova.
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