mobile isologo
buscar...

Yo, hablándole a Edgar Allan Poe sobre su poesía "El espíritu de los Muertos"

Nov 29, 2025

203
Yo, hablándole a Edgar Allan Poe sobre su poesía "El espíritu de los Muertos"
Empieza a escribir gratis en quaderno

♡ Poesía de Edgar Allan Poe: "El espíritu de los Muertos"

♤ Mi poesía: "El espíritu del Maestro"

I

Tu alma se encontrará sola, cautiva de los
negros pensamientos de la gris piedra tumbal;
ninguna persona te inquietará en tus horas de
recogimiento.

Maestro, me espía más de un alma impía.
Me acosa, si acaso, el longevo tiempo,
el lúgubre dorsal de la mortalidad.

Y los vivos están ciegos.
Y los muertos me cortejan.

Su parafília es mí poesía:
Saben que puedo regresarles a la vida.

II

Quédate silenciosamente en esa soledad que
no es abandono,—porque los espíritus de los
muertos que existieron antes que tú en la vida,
te alcanzarán y te rodearán en la muerte,—y
la sombra proyectada sobre tu cara obedecerá
a su voluntad; por lo tanto, permanece tranquila.

¿Pero estarás junto a mi quietud, no Señor?
Si el silencio, de alguna forma, redime tu falta de habla,
tu inerte voto a las afueras de mi historia,
tu corrupta intervención en mi caverna literaria...

Podrás entonces, silenciarme para siempre.

Antes, no me pidas no ser vocera
de esta verborrea,
del picor en mi carne.

Si los muertos, los gélidos cadáveres,
fallecen en torno a mí,
y no retornan con la osadía
de tu semblante,
en la fría losa gris...

Ningún rezo mío palidecerá ante su voluntad.
Serán devueltos al unísono,
como engendros al infierno.

III

Aunque serena, la noche fruncirá su ceño,
y las estrellas, de lo alto de sus tronos celestes,
no bajarán más sus miradas con un resplandor
parecido al de la esperanza que se concede a
los mortales; pero sus órbitas rojas, desprovistas
de todo rayo, serán para tu corazón marchito
como una quemadura, como una fiebre
que querrá unirse a ti para siempre.

Avisté centenares y perpetuos luminarios, inmensidades nocturnas.
De cuajo me arranqué a la luna del nervioso corazón.
Ardí en la luz roja, de una comezón febril:
comencé a ser poseída, maestro, por sus ganas de morir.

No me narres sobre la noche
como si no la conociera.
Cómplice es, del sulfuro en mi trauma.

Ha caído sobre mí,
yo fecundé de su entraña,
al rito que nos une: el terror poético.

IV

Ahora, te visitan pensamientos que no ahuyentarás
jamás; ahora surgen ante ti visiones
que no se desvanecerán jamás; jamás ellas dejarán
tu espíritu, pero se fijarán como gotas
de rocío sobre la hierba.

Usted es mi visión.
La pasión devota que ha sembrado,
ha suscitado a mi sombra.
La ha revivido de entre los muertos;
usted, por destino, es gitano:
fabricó desde antaño
los clavos góticos que se
mecerán en mi ataúd.

Usted mismo me enterrará
junto al terror,
y de mi fin, nacerán otros confines de poetas;
otras galaxias que lloverán
como rocío sobre herbales huérfanos.

V

La brisa,—esa respiración de Dios,—reposa
inmóvil, y la bruma que se extiende como una
sombra sobre la colina,—como una sombra cuyo
velo no se ha desgarrado todavía,—resulta así
un símbolo y un signo. Como logra permanecer
suspendida a los árboles, ese es el misterio
de los misterios!

Nosotros no somos magistrales en la calma maestro:
nos destruimos en pos de creernos vivos.
En recuerdo neblinoso,
nos desvaneceremos póstumos:
moriremos para ser la carroña literaria,
que en el hastío moderno,
alimente al que porte el alma de un cuervo.

Milagros Gomez

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión