Yo, el diablo.

...

Yo quisiera.

Es eso de la paz mundial, una utopía, y por tal certeza, una vergüenza para el humano ser.

Que no pase hambre ningún niño, ninguna mujer, ningún hombre. Con todo lo que se tira, es demencial que falte tanto y tanto sobre. (Tanto sobre).

Que las justicias del mundo sean justas y que a las cárceles solo entren los culpables y que los enrejados recintos sean lugares para la educación y el respeto, no fábricas de delincuentes crónicos.

Que la salud sea un don, un derecho, una necesidad básica, no un negocio contante y sonante. Que las farmacéuticas sean de los Pueblos y para los Pueblos; y los hospitales. La iniciativa privada puede fabricar paraguas y yates.

Que la agricultura sea mimada y mime a su vez a la naturaleza que le da sustancia. Nos va la vida, la salud y el futuro en ello. Y el mar merece igual respeto.

Árboles en las ciudades, en todas las calles Así serán más vivibles, más amables, más frescas en verano, menos contaminado su aire. Jardines colgantes.

Asistencia social amplia, eficaz, de calidad, esmerada, y en las manos de buenos y vocacionales profesionales. Lo social somos todos. ¿Por qué ponemos trabas a nuestro propio bien?

Periodismo decente al servicio del Pueblo, controlando al Poder, a los gobernantes, a cualquiera que dirija algo que es de todos y para todos. Periodismo a lo grande y no vendido al Capital. El Capital es enemigo del Pueblo, pues para ser, lo sangra.

Respeto máximo en lo posible a toda vida. Somos omnívoros y hemos de comer, pero una cosa es matar y otra es dar mala vida. Y cuanto más aprendamos y más seamos capaces de abandonar el consumo de carne, mejor. ¿Quién querría ser alimento de nadie? Lo taurino y la caza son gozos deplorables.

Veo la luna entre la nubosidad variable.

(Todo eso, menos lo del satélite, me convierte en rojo diabólico. ¡Ay, Señor!).