I
Ya no es mágico el mundo,
tengo que acostumbrarme, a vivir sin vos
ya no te compartiré los cielos rosados
los cielos dorados, como tu amor,
cómo tú, amor
doradas las hojas, dorado tu amor
(besos en la espalda escuchando hip-hop)
ya no te haré arte en los jardines de mi mente
ya tu luz no me iluminará,
he de vivir a oscuras.
cristal de soledad, sol de agonías,
mi sol que me provoca agonías,
esta soledad que me desespera,
que me hunde, me enreda
y me entierra, bajo metros de concreto,
para que no pueda escarbar a la superficie,
a respirar de nuevo el aire puro,
el aire de su amor,
—el más puro que conocí.—
Adiós las mutuas manos,
adiós a los versos en reversa,
o más bien, hasta pronto.
adiós a los sueños, adiós a la familia,
o quizá, nos veremos pronto,
(espero, anhelo)
hoy sólo tienes la fiel memoria
de mis versos hacia vos
y yo, la certezas de que te amaré por siempre
y eso provoca en mi,
desesperante sensación,
solo me quedan los desiertos días.
Nadie pierde (repites vanamente)
sino lo que no tiene y no ha tenido
nunca, pero no basta ser valiente,
mi amor, le digo a dios
yo no soy una mujer fuerte,
admito que yo pierdo, que te perdí
y mis días sin vos son un solo gris,
o más bien, el color más oscuro que el negro,
el que inventé
porque creo que viviré en un futuro sin vos.
para aprender el arte del olvido,
cualquier cosa te desgarra,
rosados labios,
flores blancas,
un laurel,
una foto tuya de pequeño.
Un símbolo, una rosa, te desgarra
y te puede matar una guitarra
y te puede matar
quisiera vivir en un mundo nuevo,
que tenga todo de nuevo, y nada de mundo.
II
Ya no seré feliz. Tal vez no importa,
o si importa, quizá aprenda a vivir sin vos,
sin escuchar tu voz,
acostumbrarme a tu ausencia,
hacerme la idea de un futuro sin tus ojos
Hay tantas otras cosas en el mundo;
un instante cualquiera es más profundo
y diverso que el mar.
La vida es corta,
pero ya he vivido tantas,
noventa y ocho, para ser precisos
y tú, que eres precioso
y aunque las horas son tan largas,
aún me maravillo
de poder haberte encontrado
justo aquí, justo ahora, justo ayer,
justo en esta línea de vida
la muerte, ese otro mar, esa otra flecha
que intenta liberarme de ti, mi sol.
de mí, que soñaba con ser tu luna
de mi sueño de que fuéramos eclipse
y del amor. La dicha que me diste
y me quitaste, o más bien decidí darte a vos,
la misma dicha,
la misma paz
que se ve inmediatamente
luego de mi ausencia
lo que era todo tiene que ser nada.
Sólo que me queda el goce de estar triste,
esa vana costumbre que me inclina
al Sur, a cierta puerta, a cierta esquina
Si te gustó este post, considera invitarle un cafecito al escritor
Comprar un cafecitoRecomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión