Juré soltarte, pero no lo hice.
Una tormenta de arena me atrapó, y cada granito llevaba tu nombre junto al viento.
¿Qué pensarás de mí?
¿Y si no quieres que te olvide?
Porque estoy más cerca de morir que olvidar lo que vivimos.
Aún quiero imaginar
que sólo te fuiste de paseo,
que volverás cuando el viento se calme,
y yo estaré aquí, esperando.
No es sano, lo sé,
pero aceptar tu ausencia sería perderte dos veces, por eso cada grano que golpea mi rostro es una razón más para quedarme.
Donde sea que estés,
entiende:
No pienso irme hasta que lea tu nombre
en cada grano de esta tormenta,
y el viento deje de pronunciarte.
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