¿Y por qué no lo intentaste?

Porque le huyo al rechazo, porque no acepto otro guionista como competencia, porque solo yo escojo mis papeles y mis personajes, porque le pertenezco a la religión del papel, porque no reconozco a nadie como semejante que no esté hecho de mi propia tinta.
Porque me lamento de no alcanzar las barreras que ponen los demás, porque siento que nadie realmente se quiere acercar, ¿pero yo se los permito?
Porque tocaste, sin intención, donde más me dolía y te aparté y me escribí párrafos y párrafos durante meses para justificar mi huida cuando la respuesta era rendirme ante ti. Porque soy mortal, no soy un personaje y sobre todo no soy palabras. Soy algo que no puedo definir.
Porque eres alguien a quien no conozco pero hubiera querido con todas mis fuerzas conocer. Porque me detuve antes de deshacerme.
Porque no sabía nada y en mi ignorancia levanté mil y un juicios sobre la mediocridad de tu sensibilidad como reflejo del mío propio.
Porque la tibia, la mediocre, la unidimensional soy yo que no comprende a los seres humanos pero mucho menos a sí misma. Y quise, quiero con todas mis fuerzas que me encuentres.