...
Ella me dijo:
-Podrías recopilar lo que escribes, darle forma de libro.
Y sí, supongo que podría, pero ya no estoy por esa labor. He decidido, no sé cuándo aunque sí sé por qué, que mi escribir será un sembrar impreciso. Quizás germine, quizás no. En definitiva, da igual para lo infinito.
Hablar para hoy, para ti, puede ser un inmediato destino. Quizás, yo no lo sabré nunca, me leas desde un tiempo en el que mis huesos ya no sean ni polvo en algún camino.
Mi mente y la tuya, conectadas por este delicado hilo.
Ella, sensible:
"Eres un sembrador de palabras".
Mi metáfora del caminante de bolsillos agujereados llenos de semillas, le llevó a eso.
Yo agradecí el cumplido.
Y sé que ella no puede ser de otro modo: complaciente, amable, lisonjera.
Me quedo, aún así, con esa idea.
Quizás haya un árbol, mientras lees, que crece, tras de mis pasos, en alguna ribera.
Y da sombra. Y peras.
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