Y mi recorrido no será
románticamente doloroso,
sino tan sólo doloroso
Y nadie creerá en mí
o sonreira por mí,
ni velarán mis huellas
como marcas sagradas
Ciertamente no he sabido
convertir el agua en vino
Quisiera creer en mi posterior resurrección,
mi hermosa gloria ambigua,
pero qué hay más
Sólo habrá un odio en la Tierra
Un odio,
un eterno odio crudo de muerte,
pues eso es el universo
Y en ráfagas de sangre y olvido
¡me crucifican!
miro al cielo en busca de un sentido,
de un consuelo vago:
no hay nadie
allí no hay nada
ni un alma a quien culpar
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