waltz #1

a veces, en noches torcidas,
esas que se desarman
como un rompecabezas maldito,
me descubro deshilando
los retazos de tu ausencia.

es un juego cruel y repetitivo,
en el silencio de mi cuarto
abro la caja que no existe
y empiezo a sacar, uno a uno,
los recuerdos que tampoco deberían estar.

hay un billete de tren,
dos entradas de cine,
y la llave de un lugar al que ya no pertenezco.
todos los objetos me miran
con ojos de reproche.

allí está tu risa suspendida,
como un eco atrapado,
y esa mirada tuya
que siempre parecía buscar algo en mí,
como si yo tuviera la respuesta.

¿qué se hace con un amor
que se sostiene entre paredes?
estas esquinas están llenas de vos,
de tus fantasmas,
y no importa cuánto barra,
porque las cenizas no entienden de finales.

hay algo extraño
en cómo las cosas que no tocamos
pueden doler más.
pienso que tal vez me equivoqué,
que fui la que no supo,
que mi destino es ser
eso que pasa antes del final feliz,
el viento que levanta las hojas
antes de que caiga la lluvia.

me pregunto si, en alguna línea del infinito,
vos y yo seguimos siendo
una ecuación que no se descompone,
si seguimos cruzándonos
en esquinas imposibles,
repitiendo el gesto exacto
de aquel primer encuentro.

pero acá,
en esta versión que llamamos realidad,
soy solo la sombra
que se cuela en tus fotos,
la que espía sin permiso,
como quien busca tesoros entre los escombros.

me alimento de lo que dejaste,
como un animal que olfatea en la penumbra,
y aunque sé que no debería, lo hago igual.

sé que hay un lado de mí que se esconde,
un reverso que guarda todo lo que sos,
o lo que creo que sos,
porque quién puede saberlo ya.

un lado de mí
que, entre las ruinas de los días,
vuelve a tus ojos, tus manos, tus palabras.

me pregunto si, en el otro lado del espejo,
vos también abrís una caja inexistente.

¿por qué sueño con tus manos?
¿por qué los días tienen la forma de tus hombros?
la culpa es una brújula rota,
que me señala siempre hacia el centro del incendio.

pero no puedo evitar imaginar
un instante, un destello,
donde todavía nos miramos sin miedo,
donde la distancia no sea más
que un malentendido de las estrellas.

en ese instante que jamás llega,
es donde más te quiero.
como se quiere lo irrecuperable,
lo que no se dice,
lo que arde en el fondo y nadie ve.

y aún cuando el futuro nos sea esquivo,
por más que vos ya estés en un lugar
donde yo no alcanzo,
me quedo acá.
revolviendo,
hurgando en los días que dejamos atrás,
soñando con la ocasión
en que tal vez nos volvamos a encontrar.

ojalá no pienses en mí
como yo en vos,
ojalá seas feliz
ahí donde yo no hago pie.

pero si alguna vez,
en algún rincón de tu tiempo,
abrís una caja con lo que fuimos,
no la cierres de golpe.

dejame estar ahí un ratito más,
aunque sea solo
para que me olvides mejor.