No escribo —ni me quemo— por vanidad. Lo sé. Y es irónico: que me lean implica una necesidad de complicidad, casi como un juego de seducción. Si no es vanidad, ¿es un intento más de amor? ¿Que me miren a través de un texto como si eso pudiese significar que tengo cierto grado de humanidad? ¿Que se me puede apreciar, siquiera?
La noche me sigue sirviendo como alivio. Ese frescor que me impide recordar el hecho de quemarme cuando caí, y puedo encender con ello estos párrafos.
¿Entonces? ¿Qué es lo que quiero compartir? ¿Una duda?
De ser el caso no soluciono nada, sólo alimento en el mensaje con una idea simple: ¿por qué escribir cuando el ignorar es más sencillo?
Lux.
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