Cada vez
que escribo sobre vos,
me peleo con las páginas
como quien se enreda en unas sábanas.
Me enamoré de lo pensado,
de un deseo amputado
antes de tocar el mundo.
Y es que
este amor es en potencia
un fracaso estructural.
Mi cuerpo responde al eco del tuyo,
huye de sí mismo.
Sostener o romper:
me caigo de este cuento y me quedo sin argumentos.
Nos conocimos a través de lo tangible,
pero tu abrazo fue un portal
a un instante cúlmine.
Velos.
Distancia.
Vacío.
¿Existimos?
Anulo la conciencia.
Se presenta un sueño premonitorio:
vos y esta falta.
¿Qué me falta?
Falta
menos para qué.
Entraste como un cuchillo.
Y tal vez,
no todo deseo deba cumplirse a sí mismo.
Loco Marte,
¿por qué irías a la guerra
si supieras
que morirías al ganarla?
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