Quizá solo fue el entusiasmo del momento,
la nieve que me hizo creer
que volver a querer es un acto de valentía.
Tus labios rojos me empujaron
al abismo de lo nuevo.
Mis motivos invitaron a mi corazón
a buscarte en el pozo
de mis sentimientos más bloqueados.
Debería dejar de escribirte cada vez que te pienso,
pero son mis sentimientos
jugando a ser niños nuevamente,
recordando cómo se siente creer
que lo real todavía me acompaña.
Estoy acostumbrado a perder,
a perder incluso lo que alguna vez creí ganar.
Y siempre que te escribo pienso en esa palabra
que creo que sos: Metanoia.
Si querés saber qué significa,
te invito a buscarla.
“Creer” fue otra palabra que me movió.
Volver a creer es volver a intentar,
y el intento no es tan malo como lo recordás.
Sos bella al natural, sin maquillaje:
tus labios se pintan con verdad,
tu delineador es comprensión,
tu rubor es instinto de madre
y tus ojos se iluminan con música y poesía.
Pero así fue como todo me mató:
la metanoia, tus labios y tus palabras,
el sonido que dejaron entre tus dientes,
chocando contra mi torpe corazón
cargado de confusión y nervios.
En mis textos jamás encontrarás ira.
No vine a destrozarte, aunque pudiera.
Vine a agradecerte:
por dejarme en esta posición,
con los brazos abiertos y listo
para volver a intentar.
Te di lo poco roto que tenía,
te di lo que estaba construyendo,
y aún así no alcancé.
Quizá no era lo que necesitabas.
Me siento vacío, lo entiendo.
Quizá fue eso lo que te asustó.
Solo te pido sinceridad,
no conmigo, sino con vos misma.
Que tus palabras salgan como tengan que salir:
insultos, gritos, abrazos o besos.
No sé si fue tu poca claridad
o mis ganas de creer,
pero jugamos a ser algo que no fuimos.
Dejaste de lado una amistad por nada.
Me hablaste de conexión,
pero el único conectado era yo.
Y aun así, sigo agradecido.
Porque un corazón que se despide sin perdonar
queda condenado a la intranquilidad,
y yo elijo soltar.
Te recordaré como algo lindo.
Me iré de a poco, sin ruido.
Octubre nos pondrá lejos,
y en noviembre volveré cambiado.
Soy un hombre que siente mucho.
No a medias, nunca.
Cuando quiero, me entrego,
aunque eso signifique romperme.
Me equivoco, me duele,
pero siempre intento sanar.
Gracias por lo enseñado.
Gracias, simplemente, por ser vos.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión