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    ¿Vos me extrañas?

    Jan 3, 2025

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    ¿Vos me extrañas?
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    ¿Vos me extrañas?

    Me di a mi mismo una consigna: “caminar hasta el consultorio por la avenida que da al mar, recordando lugares y personas”. ¿Una búsqueda activa del estado melancólico? Puede ser, se me ocurrió para experimentar, y al final pensé una idea que estuve leyendo en Fisher: vivimos rodeados de ausencias que como espectros nos causan

    Experimentamos un desprendimiento, como un pedazo de hielo que se separa de un iceberg después de una fisura, nacemos. La continuidad que se interrumpe tras cortarse el cordón umbilical ¿es repuesta por el lenguaje? Ese corte que inaugura una separación estructural, dejándonos oficialmente solos, también permite la belleza de la fugacidad, cuando se vive como un vértigo que desafía lo imposible. Permite la fugacidad porque como dice Percia, sin esa separación viviríamos una continuidad eterna, un escena sin cortes y alienante

    Un flash clinico

    (...) estuve muy bien el fin de semana hasta la tarde, quería hablar de esto, porque me llamó la atención: después volví a casa y me puse mal de golpe. Mirá, ahora que me acuerdo también me emociono. Mis hijas habían dejado fotos en la mesa, una era una foto del parque, un limonero en el medio, y sobre el suelo se veía la sombra de mi marido, se ve que él estaba sacando la foto. La verdad venía distraída y esa foto me recordó su ausencia (...)

    Hacemos un poco de silencio mientras se levanta, se recompone poniéndose los anteojos y agarrando su abrigo. Es como si cierta armadura volviese a ser colocada para continuar el día. Nos despedimos y cuando sale me quedo pensando en la escena que me relató.

    ¿Que es la ausencia sino un de pronto que cae sobre los cuerpos, recordándonos la discontinuidad estructural respecto de los otros?

    La posibilidad de contarnos la vida es una forma de elaborar la discontinuidad. Recién nacidos precisamos llamar mediante gritos y llantos a personas de cuidado a que nos socorran, pero mediante los fallidos intentos y adivinaciones que estas personas ensayan “¿Precisará abrigo? ¿Tendrá hambre? ¿Le dolerá la panza?” es que se posibilita algo del seguir dirigiéndose al otro y darse al lenguaje. ¿Es la discontinuidad y la insatisfacción lo propio de la psiquis? Ese errar en la adivinación no es una tragedia ni un derrumbe, permite que un malestar se haga presente, con alivios breves, para incorporar la función del lazo social.
    Llorar para que nos cuiden y quieran ¿Es un mecanismo infantil que se supone deberíamos aprender a superar a cierta edad? ¿O es un vicio que se activa cada vez que experimentamos el enamoramiento?
    Quedando todo horizonte de futuridad clausurado por la herida imaginaria que produce cierta relación con algo que ya pasó y sin estar pudiendo investir a otro objeto con esa energía liberada, estando “bajón” ¿Queda uno sometido? ¿O estar bajón y vivir con eso es también disputar un ideal de normalidad anímica higienizada? ¿Se puede vivir sin la fuerza que da lo venidero, cuando se corresponde con lo que preferimos o es lindo de imaginar? No un modo depresivo, narcisista, violento y melancolizado. Pienso una liviandad que pueda alojar tristezas sin derrotarse y a su vez, abrirse al mundo sin someterse al peso de las postales de la felicidad. Tal vez darse a las oscilaciones afectivas que nos regala la vida sin encapricharnos tanto, ganando cierto margen de acción respecto a nuestros fantasmas. Muchas veces somos esclavos de nuestras ilusiones, bufones del Amo de la alegría. ¿Producimos malestar como estrategia para poder pensar la vida?¿Se puede dejarse abrazar por emociones valoradas culturalmente de manera poco generosa sin volverse un egoísta dolido? Saberes para pasar por los dolores narcisistas de nuestra vida van a ser necesarios para deslizarnos hacia una experiencia de lazo amoroso donde construir deseos en común.

    “No te bajonies, que no sirve para nada” Modos del habla que usan las normalidades para desestimar momentos de fragilidad. Pero si estamos fóbicos a esto ¿cuanto podemos afirmarnos en la deriva vincular más allá del goce singular? Si la desilusión superyoica reprocha y la desilusión nihilista simplemente abandona, una desilusión atendida por una clinica minoritaria, ¿Podría actuar como causante de deseos que nos lleven de la angustia necesaria tras toda perdida hasta el umbral de una transformación? ¿Y si en lugar de sufrir de extrañar nos impulsamos por el estatuto de causante que ese extrañamiento pueda tener? ¿Si valoramos anhelar una cercanía porque que nos potencia para ir hacia otras? ¿Y si nos enamoramos para tener nuevas cosas que contarle a nuestras amistades?

    Saberse extrañar es alterarse para tener movimientos, pero no para quedarse en la angustia, sino producir un plus con esos restos.
    Muchas veces creo que la vida cotidiana va en detrimento del vinculo de pareja, porque eso que llamamos “vida” en este momento pone en lupa el individualismo pragmático y acelerado. ¿Que estamos dispuestos a apostar en una relación? Si prestamos atención nos cuesta mucho a las personas jovenes sostener los conflictos y las diferencias en las relaciones amorosas y amistosas. Luterau plantea que en lugar de tomarlas como un espacio de disputa donde construir, vemos el conflicto como la prueba fehaciente de que hay que terminar. No podemos amar sin calcular lo que nos conviene y así, solo nos relacionamos con lo que nos sostiene en el mismo lugar.

    Porque perder nos resulta inconveniente es que incorporar diferencias se nos hace imposible. Ya no hay mecanismos psíquicos de elaboración, que supone por definición perder e incorporar, sino puro scrolleo automático de fugacidades eroticas. Parece que en el siglo veintiuno las relaciones son solo funcionales. Excepto cuando hay conflicto, porque ahí el otro se revela como cierta extrañeza que nos interpela. Pero ¿que podemos hacer con esas diferencias? ¿Algo mas que solo partir? Obvio, hacer algo no va ser sin coraje, porque para vivir así hay que estar abierto a la posibilidad de salir lastimado. Las normalidades nos van a venir a buscar con bajones de autoestima, con noches sin conciliar bien el sueño, con pensamientos intrusivos, con inseguridades y con imperativos de estar en común a salvo del riesgo. Pero el desafío de experimentar a una relación quizás puede tener que ver con arriesgarse a salir de loop funcionalista para elaborar diferencias sin clausurar del todo el malestar, asumiendo las modificaciones narcisistas necesarias de soporte al movimiento de hacer lugar al otro en la propia vida más allá de la dimensión pasional ilusoria del efecto enamoramiento, después de todo ¿hay otra forma de crecer?

    Bautista Viera

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