Nos sentamos de cara al sol. Entrecerre los ojos para reconocer qué estaba sucediendo. Aunque no esperaba ver nada en particular, aun así necesitaba tener algo de precisión.
Me corrí un poco y se acercó más. Sentí que nuestros cuerpos miraban en la misma dirección, aunque esta vez me deje llevar por el cielo.
Hace tiempo que no dedicaba un momento a mirar el cielo: estaba celeste, despejado, no se percibía ni siquiera el aire.
Mis pies quedaron colgando, así que los hamaque a un ritmo que no sonaba, pero que yo conocía.
Mire hacia mi izquierda, por suerte el sol estaba a de espaldas. No vi absolutamente nada, pero estaba dispuesta a esperar.
Me detuve en las voces que pasaban: ‘como aumentan las cosas’, ‘le escribí y no me respondió’, ‘tengo que ver cómo me va’. Me reí o quizás fue solo una mueca. Una de esas muecas que expresan algo pocas veces posible de definir.
Nos movimos y quedamos aún más apretados. Miré hacia la derecha, el sol estaba de frente, pero lo ví.
Así que opte por levantarme, con ese impulso que me dio la hamaca de mis pies. Frenó de golpe, me acomodé, y cuando menos lo imaginé, me estaba arrimando al centro.
volveralcentro
Recuperé el control de mi nave nodriza y estoy intentando volver al centro. Todo puede suceder y quiero guardar registro para cuando vuelva a perderme.
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