Creo que todos volvemos al agua.
Al mar, a la laguna, al lago, al vaso de agua. A despojarnos de todo bien y de todo mal. De ir, y nosotros desnudos de cualquier inseguridad.
A ser y vernos ser, los unos a los otros. Frente al agua y su movimiento, que olvida, sana y enamora como ningún otro.
Que encarna el miedo de no saber que hay bajo tus pies, y te abraza con su calma y sus aguas, que invitan de manera sublime a sentarse y observar todo; el cambio, la marea, y su azul hipnotizante.
San Miguel del Monte, Buenos Aires, Argentina. (07/04/2024)
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