Sobre la mesa hay un paquete de tabaco que asegura que fumar provoca infartos.
Yo no fumo. Don Juan, el tano que vivía en la esquina de casa, tampoco fumaba. Hacía más de 40 años que no veía a su familia así que se tomó un avión para visitarlos en Italia. Cuando llegó a destino y vio a toda la parentela junta para darle la bienvenida después de tanto tiempo, le dio un infarto y se murió en el aeropuerto. Fue tanta la alegría y la emoción que su corazón no pudo soportarlo y dejó de bombear. Siempre pensé que Don Juan murió contento porque no se quedó con las ganas de viajar y ver a su familia.
Morir es el riesgo que corremos si vivimos. Así que VIVIR provoca infartos y muerte. Pero también provoca nacimientos, encuentros, conversaciones, reconciliaciones, alegrías, celebraciones...
El miércoles pasado fue mi cumpleaños y celebré la Vida.
Como cada año, como cada día.
Celebré sola y en compañía.
Celebré durante tres días seguidos.
Porque sé que aunque no fume, en algún momento mi corazón dejará de bombear y no me quiero quedar con las ganas.
Si usted tiene muchas ganas de fumar...
si usted tiene muchas ganas de viajar...
si usted tiene muchas ganas de celebrar...
Si usted tiene la razón y aunque haya oposición
NO SE QUEDE CON LAS GANAS DE NADA.
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