Hay días en los que me levanto con ganas, con pila, como si pudiera con todo…
pero a las dos horas ya no tengo fuerzas para nada,
me agarra un sueño matador,
como si el cuerpo supiera que no vale la pena seguir despierta.
Soy esclava de la procrastinación.
No puedo planear a futuro porque pienso mucho,
pienso demasiado,
y termino arrepintiéndome de todo antes de hacerlo.
Tengo muchos miedos.
Demasiados pensamientos horribles por segundo.
Y muchas veces siento que vivir así no es vivir.
Otras veces pienso que exagero,
que hay gente que la pasa peor,
que debería dejar de joder.
Que no me falta un plato de comida,
que no me pasó “nada tan grave”
como para estar tan triste.
Y aun así, no puedo dejar de estarlo.
Mi psicóloga me dice que soy fuerte,
que soy una luchadora.
Bla bla.
Pero yo no lo creo.
No me veo así.
Para mí, valiente sería poder vencer a mi cabeza.
Y ella viene ganando esta batalla desde hace doce años.
La primera vez que me diagnosticaron algo fue a los siete.
Estrés postraumático.
Papá se había ido,
y yo no paraba de tener pesadillas,
de llorar hasta no poder respirar.
Cuando era chica me daba vergüenza decir que iba al psicólogo.
Como si eso me hiciera débil, o rara.
La primera vez que quise abandonar este plano tenía ocho.
Lo intenté de nuevo a los once.
Y una última vez, a los doce, casi trece.
Nadie sabe eso. O no como yo lo sé.
Arrastro demasiadas cosas.
Porque creo que nunca aprendí a superar nada.
Todo lo guardé, todo lo tapé, todo lo cargué.
Y a veces me pregunto:
¿por qué estoy tan mal si no me pasaron “cosas graves”?
¿Por qué me duele tanto vivir?
Quiero alejarme de mí.
Quiero transformarme.
Quiero dejar de ser yo.
O mejor dicho: dejar de ser esta yo.
La que no duerme,
la que come mal,
la que llora hasta quedarse dormida,
la que no puede salir de la cama,
la que se odia,
la que menosprecia sus logros,
la que está atrapada en su cabeza, todo el día, todo el tiempo.
Solo quiero un segundo de paz.
Un instante donde todo se calle.
Donde pueda respirar sin pensar.
Donde pueda quererme aunque sea un poco.
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