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VIVIR AL TROTE

Sep 30, 2025

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VIVIR AL TROTE
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VIVIR AL TROTE

 

En su distópica novela: Civilizaciones, Laurent Binet plantea un escenario alternativo donde los incas en el siglo XVI conquistan Europa. El argumento está basado en un ensayo del bio-geógrafo, biólogo, fisiólogo evolucionista y escritor de literatura científica Jarred Diamond, denominado Armas guerras y bacterias. En la novela, los incas se expanden por el viejo continente llegando a dominarlo, tarea desde todo punto de vista imposible. Jamás se hubiese producido, durante el primer milenio después de Cristo, una invasión de tal envergadura y mucho menos con éxito, ya que existía una notable y decisiva disparidad entre ambos continentes en lo que respecta a la evolución en el desarrollo de las fuerzas productivas. Esta asimetría se explica de manera epistemológica a través de las herramientas filosóficas que nos provee el materialismo histórico:

Desde el inicio de los tiempos, Europa contaba con elementos geográficos y materiales que aceleraron su desarrollo tecnológico, a diferencia de América, donde las condiciones productivas y de posicionamiento territorial no eran tan sencillas. La disposición geográfica de Europa es de este a oeste y sin accidentes geográficos que impidan la fluidez en la circulación desde la actual Portugal hasta las estepas siberianas, China, India etc. (recordemos que, sin los límites políticos territoriales, Eurasia es una sola e inmensa masa de tierra). Mientras que américa está ubicada de norte a sur y con un istmo central, lo que traía aparejado, primero, limitaciones en las interacciones culturales, y segundo, una variedad climática importante que impedía un desarrollo productivo uniforme y sostenido. Además, Europa contaba con un elemento necesario y decisivo para la agilidad de los intercambios culturales y tecnológicos: el caballo, que le proporcionó a Europa la posibilidad de intercambiar información tecnológica y armamentística invencible al momento de la invasión a América, imponiendo así la narrativa de la superioridad racial y cultural sobre lo indiano, algo que en la actualidad tiene completa vigencia, y que es utilizado como arma ideológica de dominación, proponiendo liderazgos que responden a las poderosas asimetrías financieras mundiales. El motor fundamental para todo esto fue contar con el valor estratégico de los animales de transporte. Entre ellos, repito, el más importante: el caballo, ese significante lacaniano siempre en movimiento. Rousseau sostenía que la pugna del poder se manifestaba en la dicotomía del cuerpo y el espíritu. O sea, los pueblos de mayor desarrollo físico (entendiendo esto como desarrollo bélico) se imponían a los de mayor desarrollo espiritual.

 El objeto constituyente de Kant. Nietsche y las construcciones o destrucciones de identidades culturales. Bénjamin y la obligación ideológica de redimir a los muertos. Todos conceptos necesarios para la explicación de las dominaciones culturales. Centrados en nuestra especulación, el caballo como símbolo de poder y comunicación, fue como mencioné anteriormente, el significante oportuno, la herramienta necesaria para lograr los objetivos de dominación, y que tiene, como dice Lacan, la capacidad de estar en movimiento. Calígula quiso hacer de ese significante un senador, al proponer a su propio caballo como miembro de la honorable legislatura romana, algo, a mi entender muy lúcido y atinado, pues hubiese sido, sin dudas, uno de los pocos políticos libre de toda pretensión personal, más que la de un poco de agua y pasto. El western americano muestra con gran calidad cinéfila la imposición de la antes mencionada narrativa de imposición racial y cultural. En más de una película vemos cómo los colonos son salvados de los “malvados y crueles salvajes” gracias a la oportuna aparición del Séptimo de Caballería, que bajo el tendencioso y significativo sonido del clarín anunciaba su llegaba para librar a los colonos de todo mal. Ese regimiento de caballería existió, y con los años fue transformado, como todo significante en movimiento, en un escuadrón de helicópteros que operó en la guerra de Vietnam. Allí, bajo la dirección del secretario de Defensa de la Casa Blanca, Willian Mac Namara, la nueva caballería aérea tuvo una participación fundamental en la estrategia de combate denominada Búsqueda y Destrucción, donde, luego de localizar las posiciones del viet- cong, se daba aviso a la caballería para que arrasara los conatos de defensa vietnamita. Tarea baladí, ya que luego de diez años de combates selváticos, cincuenta y cinco mil muertos del lado norteamericano y dos millones del lado vietnamita, el gobierno de los EE. UU, Watergate de por medio, se retiró de la zona abandonando sus pretensiones de dominio en la región.

En Argentina se crearon desde su base dos estilos literarios. La literatura fantástica (Borges y su ultraísmo) y la gauchesca. La primera, yo la denominaría mejor literatura conceptual, (algo que solo consiguen los genios literarios al crear nuevas herramientas de escritura que impulsan una nueva evolución sobre lo ya establecido), ya que lo fantástico me remite a relatos sobre fantasmas, vampiros y brujas, estilo literario al que ubicaría en el espacio decimonónico y finisecular ubicado entre la muerte de la religión y el nacimiento del psicoanálisis. La gauchesca tiene sus orígenes en las postrimerías del siglo XVIII con los gauderios que menciona Concolocorvo: rústicos gozadores de la vida que cantan y se acompañan con la guitarra. Las muestras de esta poesía campesina son el espejo de sentimientos personales que se desfogan con el amor y las sátiras que revelan la composición psicológica de un medio primitivo de hombres trashumantes que, en documentos de los siglos XVII Y XVIII, se los llama despectivamente mocos perdidos y gente ociosa por no estar sujetos a la disciplina de un oficio regular. Sus oficios eran (y aquí la esencia) changadores, jornaleros de hábitos arriesgados y sobre todo, jinetes de potros, desjarretadores de toros salvajes, contrabandistas, cuatreros. En fin, hombres de a caballo. Sin dudas que la construcción de este freudiano ideal del yo asume en su ser en sí todas las características del elemento pastoril, diestro, fuerte y valeroso; y no estaría completo sin la figura caballo, pues sin el corcel no sería gaucho. Serás gaucho de a caballo o no serás, debería decir la biblia.

Como todo elemento de producción, el caballo fue perdiendo protagonismo a partir de la revolución industrial, siendo sustituido por la tecnología de la tracción a vapor y luego a combustible fósil. Sigue, sin embargo, reinando en lo simbólico, literario, histórico social y psicológico.

Bucéfalo de Alejandro, Babieca del Cid, Rocinante del Quijote, Silver del llanero solitario, Mr Ed, el caballo que hablaba, Tornado de la inolvidable serie El Zorro… los caballos ponis de Marco Polo y Atila.

Todos ellos nos recuerdan, de una manera u otra, que la iniquidad de las poderosas asimetrías nos obliga a vivir siempre al trote.

¿Qué se recuerda más, cual es el moderno logotipo, cual el significante simbólico de la Ilíada de Homero? Sin dudas que el caballo de madera sobre la playa solitaria. Esto me sugiere un microrrelato en el que Príamo, al ver sobre la arena la escultura de madera, en lugar de ordenar introducirla a la ciudad, decide quemarla ahí mismo.

 ¿Qué habría ocurrido entonces si esto hubiese sucedido?

Tal vez todo… tal vez nada…

Roberto Dario Salica

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