Viva el mal...

...

A palabras ciertas...

-Señor Ragleim, el informe es riguroso. No deja lugar a dudas.

-Lo he leído, pero, con tanto lenguaje técnico, no sé si he comprendido bien la situación.

-El hotel y todo el complejo están ubicados sobre un fondo inestable. El riesgo de colapso es muy alto y aumenta a cada minuto que pasa.

-Pero no saben a ciencia cierta si ese... "colapso" se producirá o no.

-Mire, señor Rangleim, yo no le puedo decir lo que usted quisiera escuchar. Deben desalojar y cerrar todos los edificios de esta zona, la situación es de máxima gravedad.

-Si desalojo y cierro por algo no confirmado, será igual que si mi empresa se hundiera hasta el centro de la Tierra.

-Igual no. Evitaría muchas muertes. Y sí está confirmado.

-Pero, insisto, no está claro que eso vaya a suceder en un día ni en un año...

-¿Un año? Dudo mucho que la situación no llegue a su límite en menos de un mes.

-Un mes. Me quedo con ese margen.

-Pero...

-No acepto peros. Tengo reservas para llenar todo el complejo durante la próxima quincena. Después, ya veremos.

-No quiere atender a lo que pasa. Cada vibración acelerará el proceso de un modo exponencial. Las personas moviéndose, las máquinas funcionando, suponen un...

-He tomado una decisión.

-Va a matar a muchas personas.

-Yo no lo creo.

...

Esta escena, peliculera, es tan real en tantas situaciones de este mundo...

Lo que prima, para demasiada gente, es el simple y absurdo beneficio económico. Todo lo demás es secundario. Los males que conlleva tal actitud: insignificantes daños colaterales.

El Capitalismo, tal como funciona hoy, se sostiene sobre un terreno pantanoso.

Nos hundimos.