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Vitamina de otro amor

dani

Oct 22, 2024

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Vitamina de otro amor
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En una pequeña ciudad, donde las estaciones marcaban el paso de la vida, vivía Cat, una mujer de espíritu libre, atrapada entre la búsqueda de su propio corazón y el amor que un hombre extraordinario, Diego, le ofrecía sin reservas. Diego era la luz en la vida de todos, siempre dispuesto a ayudar, siempre sonriente, un faro de esperanza que iluminaba incluso los días más oscuros.

Desde que se conocieron, él había hecho de su misión darle lo mejor de sí. La llenaba de detalles, de pequeñas sorpresas que hacían que su corazón se sintiera amado. A pesar de su amabilidad, Cat se sentía distante, como si un muro invisible la separara de la calidez que él ofrecía. Ella lo admiraba y valoraba, pero no podía encontrar en su pecho ese amor que él parecía desprender con tanta facilidad.

El tiempo pasaba y la situación se tornaba cada vez más dolorosa. Cada mirada de Diego, cada gesto tierno, le recordaba lo que ella no podía devolver. Ella se esforzaba por abrir su corazón, por sentir esa chispa, por dejarse llevar por el amor que él le ofrecía, pero no había forma de que su alma respondiera. La tristeza de su propio vacío la consumía.

Una tarde, mientras paseaban por un parque cubierto de hojas doradas, Diego se detuvo y, con una mirada llena de esperanza, le dijo: “Cat, eres lo más hermoso que he encontrado. Quiero construir un futuro contigo.” Las palabras resonaron en su pecho como un eco desgarrador. Quería poder decirle que también lo amaba, que compartía su deseo de construir algo juntos, pero la verdad se deslizó entre sus labios, incapaz de salir.

Con el corazón latiendo con fuerza, respondió: “Diego, jamás te amaré como mereces.” Las palabras cayeron como piedras en el aire, y el rostro de él se oscureció al recibirlas. Ella vio cómo su luz se apagaba, cómo la esperanza se desvanecía de sus ojos.

Esa noche, Cat se sintió más sola que nunca. Se acurrucó en su cama, sintiendo el peso de su decisión. El dolor de saber que había lastimado a un corazón tan puro la ahogaba. Pasaron los días, y aunque Diego intentó seguir adelante con una sonrisa forzada, la tristeza lo envolvía. Él había dado lo mejor de sí, pero en el fondo, sabía que su amor no era correspondido.

Cat observaba desde la distancia, sintiendo el vacío que su decisión había creado entre ellos. Con el tiempo, Diego dejó de buscar su mirada. Comenzó a alejarse, a encontrar consuelo en otras cosas, mientras ella se perdía en la tristeza de su propia incapacidad de amar.

Un día, mientras ella paseaba por el mismo parque donde todo había comenzado, sintió la ausencia de su luz. Se dio cuenta de que había perdido no solo un amor, sino también a un hombre que había sido su refugio en tiempos de tormenta. La vida continuó, pero la huella de Diego quedó grabada en su corazón como un eco persistente de lo que pudo ser. En su soledad, Cat se preguntaba si alguna vez podría aprender a amar, mientras el dolor de no haberlo hecho se transformaba en una carga que llevaría para siempre. En cada rincón del parque, en cada rayo de sol, sentía su falta, recordándole que a veces, el amor más puro se pierde en el abismo del silencio, y que, aunque el tiempo siga su curso, siempre quedaría el lamento de un amor que nunca llegó a florecer.

Entonces Diego encontró el amor y Cat encontro el amor en ella.

dani

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