Viernes secreto.

Mientras me encuentro en la gran ola de gente que viaja en el metro, pienso en una historia. En los casos hipotéticos de acontecimientos que no pasarán y en las infinidades de caminos que pudimos tomar. Mi cuerpo se refleja en el vidrio de la puerta que se abre en cada estación que me deja más cerca de dónde tú podrías estar, o en donde alguna vez estuviste, mi mente adora divagar entre todos los hubiese que ya no existen. Elijo uno de ellos y me empalmo fielmente a curiosear en esa fantasía, en la cual mis viernes terminan agotados y con ansias de llegar a cenar a tu lado. Es nuestra rutina, esperamos una semana completa para volver a vernos, en esta idea intangible vivimos el secreto de seguir siendo sin que nadie sea participé de nuestros encuentros. Llega viernes y solo espero que el día sea tan lento para estar segura de que no es un sueño y ser paciente de llegar por la noche a verte. Recorro estación a estación, transbordando un par de veces y tomando de punta a punta direcciones opuestas a mi destino original. Por fin llego y es donde empieza el misterio, mando un solo mensaje en alguna clave que inventamos para mantenernos a salvo. Antes de que llegues mis piernas se ponen temblorosas y mis manos empiezan a sudar pensando en como debería saludarte, ¿Un apretón de manos sería suficiente o un beso en los labios arriesgado por las miradas de los transeúntes?

Pasan apenas unos minutos y te apareces frente a mí con una paraguas goteando, me has traído un suéter para caminar esas calles que nos llevan a tu casa sin que me moje, me has dicho que gracias a la lluvia toda la gente se ha metido a sus casas o en su defecto están más preocupados por no mojarse que por ver quiénes pasan. Al escuchar eso, te doy un beso que dura solo un instante y antes de que digas algo te tomo de la mano para irnos de ahí.

Me miro nuevamente en el reflejo de una puerta de cristal que yace de la banqueta y reconozco mi sonrisa, pero no te veo junto a mí. Reconozco entonces este delirio, percatandome de estar a un par de estaciones de mi destino original y retomo mi realidad. No llegaré a ningún viernes secreto, ni a un misterio que no existe, no sé si afuera esté lloviendo o sí haya manera de volver a vernos.