hay un dilema en transitar los viernes en la noche.
todo se reduce en una cama de dos plazas para un solo cuerpo. donde el espacio que sobra grita.
una cama en donde reposo y me aferro desgarradamente a los recuerdos de haber sido abrazada,
donde sentí el roce de una piel y el eco tenue de una risa masculina.
casi no tiene sabor esa memoria de besos.
ni unos ojos buscándome para verme.
una sensación humillante de desear que tu cuerpo concrete en quererme en las mismas sábanas.
y no hablo solo de unos brazos sobre mí,
sino que ellos carguen un sentimiento vivo,
con la misma fuerza que la vida cuando comienza.
siento en mí una vergüenza por no saber corresponder a alguien, es que algo en mí no responde.
sólo sé cómo esquivar
y me escapo antes de poder llegar.
llevo enraizado un amor corriendo sobre mi cuerpo para un solo lugar.
y eso a veces me pesa,
porque perdí conocimiento de cómo fragmentar lo que solo sabe moverse a una dirección
anhelando dos corazones, frente a frente, latiendo a la vez
que su único impedimento sean paredes de piel.
y ese vacío podría reducirse si pudiera mirar todo,
pero veo poco,
y por ese poco siento todo.
todo esto que arde en silencio
a esa mirada que es del frío
todo lo que quiero este viernes, esta noche.
solo para no dormir una vez más
en la misma cama que la soledad.
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