Me acuerdo de la vez que lo vi parado detrás mio.
Tenía una sonrisa radiante, con un tono burlón como de costumbre en lo poco que llevaba acostumbrándome.
Tenía esos lentes, esos lentes tan lindos que te hacían agradecer que no viera bien. No por cruel, no me malinterpreten, puesto que también me enamoré cuando vi más de ellos, o sea, cuando vi esos ojos marrones. Esos ojitos que brillaban como si el sol mismo hubiese bajado a acariciarlos.
Recuerdo que me tocó el hombro para llamar mi atención. Lo había escuchado pronunciar mi nombre, pero era tanta la vergüenza, que había decidido ignorarlo.
¿Sabés de qué me acuerdo también? de la forma en la que se tocaba el pelo. Yo también hacía lo mismo.
Fueron menos de 2 minutos:
"Ay, hola."
"Hola, Isa. ¿Cómo estás?"
"Bien, bien...¿vos?"
"Me alegro, peque. Yo también estoy bien."
"Ahh, me alegro."
"Bueno, me tengo que ir, ¿sabes? Nos vemos."
"Dale, chau."
Bastaban esos segundos para enamorarme perdidamente. Lo que para muchos fue una locura, para mí, fue una realidad.
Era mi colmo, mi perdición. La hipocresía se adueñó de todo lo que por tanto tiempo me había impuesto yo misma: no creía en el amor a primera vista.
Años y años citando lo absurdo que me resultaba. Siempre necesité conocer a la persona, era totalmente imposible querer sin ser conocedora de, por lo menos, un 30% de su vida.
¿Lo más irónico? Nunca antes me enamoré tanto como esta vez.
Lo que para muchos amigos y conocidos era catalogado como "Lo peor de lo peor" o como "Se habla con todas", para mí, llevaba el tópico de "Mi primer amor a primera vista"
Y sí, era difícil. Difícil ya que no miento cuando digo que todos lo odiaban. Pero, más difícil para mí, que fui la única que vio un sentido distinto cuando me miraban sus ojos. Difícil porque no sabía explicarlo (bah, porque no sabía ni el 15% de su vida y lo amaba como si lo conociera desde siempre).
Nadie entendía, ¿yo? igual de perdida.
No te miento, por mucho tiempo eso me aterraba. Colmaban mi paciencia esos relatos diarios, esos relatos en donde estaba el chico del que me había enamorado sin remedio, pintado como el villano más malvado de la historia de los villanos.
Al final, lo superé. Igual, ahora que lo escribo me doy cuenta de que, más que superarlo, aprendí a convivir con esos chismes.
Era complicado, pero cuando sentía el calor de sus abrazos, me hacía acordar la razón por la cual luchaba por ese amor. Me miraba y te juro que el corazón me atravesaba el pecho, situandose en mis manos, latiendo tan fuerte, como intentando hablar. Creo que él no se daba cuenta, pero yo sí. Lo entendí a la perfección: "Llévame con vos, ya no quiero conocer a nadie más".
Por la forma melodramatica en la que escribo esto, supongo que te darás cuenta de mi visible adolescencia haciendose presente, pero juro que este amor va mucho más allá de mi edad.
Muchas personas me comentaron que el amor no existía, que yo siempre iba a terminar sufriendo, que no servía de nada. Me hacía la que no me dolía, aunque por dentro, aún estaba esa pequeña esperanza de que llegara alguien a quien amar con todas las fuerzas de mi corazón, sin límites que se interpongan, ni separaciones que ansien su espera para poder apartarnos.
Ahora que lo siento, me puedo dar cuenta de que muchas veces los límites se interponen, y que la separación siempre está al acecho. Pero que, lo verdaderamente importante, es quedarse inclusive con eso, esforzarse para que el amor sea más fuerte.
Creo plenamente en que amar a alguien (sin importar en cómo eso pueda resultar) nunca es una pérdida de tiempo. Veo el amor como lo más lindo que existe, como lo más puro y mágico que alguien pueda experimentar. Yo sé, capaz es mi mente de 14 años hablando con el idioma el cual solo una chica de 14 años puede hacerlo (y entenderlo). Quizás, cuando crezca y lea esto, me parezca lo más cliché del planeta, pero prefiero no pensar mucho en ese futuro, y disfrutar de lo que estoy viviendo, de lo que estoy sintiendo.
Y es por todo esto que te cuento
que desde el 3 de noviembre de 2023
mi mente nunca dejó de pensar en ese mismo chico,
en esa sonrisa,
en ese tono burlón,
en esos lentes,
en esos ojos,
en esa forma en la que se tocaba el pelo,
en como me abrazó el corazón sin siquiera darse cuenta,
en como lo hizo tan fácil, fácil cuando para todo el mundo había sido difícil.
Y ahora, te hablo a vos, directamente a vos.
Conquistaste todo lo importante para mí,
nunca te aparté
porque supe que eras especial.
Como suelo decirte, me alegra no haber escuchado a los demás
y haber escuchado a mi interior,
que gritaba tu nombre
mientras me rogaba que no te dejara ir.
Me enseñaste a amar y me enseñaste lo que verdaderamente era el amor.
Mi vida no tenía sentido, hasta que llegaste vos. Llenaste de amor mi mundo como si nunca hubiese sido complicado hacerlo.
Hiciste que sonriera sinceramente, cuando desde hace años que no lo hacía.
Hace tiempo que no me sale escribir algo así, asi que, te agradezco por haberme hecho volver a la vida, cuando no tenía ni ganas de vivir.
Cuando te sientas mala persona, tené en cuenta que salvaste la vida de alguien. Que hiciste reír a alguien que era incapaz de hacerlo.
Que vos, Lau, le diste un motivo para seguir a esta chica, un motivo que ni la terapia pudo:
Amor.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión