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Vidalina, la bruja esa

Vidalina

Aug 19, 2025

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Vidalina, la bruja esa
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Desde que tenía nueve años el mundo de los sueños me acompañaba con más intensidad de la que cualquier persona podría comprender. Mientras otros temían a lo invisible, para mí era algo natural. No hablo de amigos imaginarios, sino de esas presencias que habitan entre nosotros, que se sienten aunque no siempre se vean.

Con el tiempo, crecí rodeada de programas de astrología, del más allá, de símbolos y señales. Me gustaba leer la sección de signos del periódico, husmear sobre Metafísica de Conny en la biblioteca de mi apartamento, salir a mitad de la madrugada para ver lo que escondía la oscuridad, y aunque de grande reía cuando mis amigas me pedían que “adivinara” con solo mostrar una foto si su pareja les era fiel o cómo les iría en el amor, dentro de mí algo se encendía. De pronto, ya no era solo Vidalina, era “la bruja esa”. La que atinaba, la que veía lo que los demás no podían. Y entre risas, confieso, también sentía miedo de esa información que daba sin saber cómo comprobarlo de forma lógica.

Hace tres años, antes de irme a vivir a Cusco, Ray me regaló mi primer mazo de cartas angelicales. No lo esperaba, no sabía qué hacer con eso, pero algo se abrió en mi. En esa tierra sagrada, los sueños se intensificaron, Dios y los ángeles se hicieron más presentes, y la Pachamama me mostró sus misterios. Fue como si mi alma reconociera un lenguaje antiguo que ya me sabía de memoria.

Me sumergí como buena escorpiana en lo oculto, en los oráculos, en los rituales, en el enigma de la vida. Y descubrí que lo que realmente me fascinaba de lo invisible no era la admiración de quienes me escuchaban, sino ser un canal para entregar el mensaje, ayudar a alguien a conocerse mejor a través de una certeza que no puedo explicar, pero que habita en mí.

El día que me atreví a mostrar esta parte de mí al mundo, vinieron también las críticas, las burlas, el sarcasmo. La mitad de mis amigos me dieron la espalda, mi mamá me metió en una cadena de oración para pedir por mi alma, Mariflor quien me cuido como una abuela acá en Perú me señaló de hereje y pecadora.Y si, en ese rechazo se reactivaron viejas heridas: abandono, dolor, sentir que mi luz no era bienvenida. Entonces apagué esa llama y regresé a ser “la Vidalina abogada”, la hija mayor responsable, la que provee, la que sostiene, la que cumple con lo que se espera.

Pero mi don nunca se fue. Hoy, años después, alguien volvió a pedirme una lectura… y en ese instante todo regresó: el llamado, el conflicto, la certeza y también el miedo.

He comprendido que siempre he tenido miedo a mi propio poder. He vivido escondiéndome como ratón aterrado, apagando mi luz, tratando de pasar inadvertida para que el mundo no duela tanto.

Sin embargo, sé que este camino no es una casualidad.
Sé que lo que he vivido es una invitación.
Y sé, en lo profundo, que llegó la hora de reconciliarme con mi don, con mi verdad, con mi luz.

Porque no nací para apagarla.

Nací para brillar con mi propia varita mágica.

Y tú.. ¿Alguna vez sentiste miedo de tu propia luz?

Vidalina

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